martes, 7 de diciembre de 2010

Entre voluntarios y muchachitas para todo…

El 5 de diciembre pasado se celebró el “día internacional del voluntario” proclamado en 1985 por la Organización de las Naciones Unidas  … y en Colombia también -muy originalmente, como siempre-, se estableció, 20 años después -mediante el decreto 4290 de 2005 de la Presidencia de la República- que se celebrara el “día del voluntario” en la misma fecha. En fin...

Y bueno, entremos en materia: según la ley 720 de 2001 - por medio de la cual se reconoce, promueve y regula la acción voluntaria de los ciudadanos colombianos-, se considera que un voluntario “es toda persona natural que libre y responsablemente, sin recibir remuneración de carácter laboral, ofrece tiempo, trabajo y talento para la construcción del bien común en forma individual o colectiva, en organizaciones públicas o privadas o fuera de ellas”.

Tiempo, trabajo y talento… Gran cosa. Mucha cosa, de verdad, si se considera qué poco se reconoce… Alguien me decía alguna vez que entre un voluntario y una "muchachita para todo" no había diferencia. Y discrepé… Al fin y al cabo, una muchachita para todo estaba dispuesta para hacer de todo por poca paga, mientras que un voluntario lo hacía por ninguna… mmmh… caramba, que coincidencia… ¡Y quiero poner el dedo en la llaga!

Claro, dirán algunos, la característica del voluntario es precisamente esa: trabajar sin esperar pago alguno por ello. Pero eso no es del todo cierto. ¿Por qué un voluntario hace lo que hace? Hay muchos estudios en ese contexto, nada nuevos, por demás. Hablan de la necesidad personal de ayudar a otros, de hacer algo útil, de conocer nuevas experiencias, de relacionarse con gente similar, de la necesidad personal de mejorar la sociedad, de sentirse bien…

En varias de las capacitaciones que imparto he insistido en que ser voluntario es una forma de vida, que obedece a una escala de valores, inmersa y aceptada, de manera permanente. Por supuesto, uno puede brindar un servicio o ser solidario con una causa, pero eso no lo convierte a uno en voluntario. Entonces, el voluntariado está íntimamente ligado con un quehacer institucional, que representa esos valores morales y éticos que invitan a la acción voluntaria. Y ese quehacer debe estar basado y ser entendido por la organización en una relación recíproca perfectamente balanceada con el voluntario entre el dar y el recibir.

Mmmh… me explico: el voluntario da tiempo, trabajo y talento y recibe ¿qué?... Por supuesto: en el corto e inmediato plazo las satisfacciones anteriormente descritas pero, en el largo plazo no será suficiente para hacer sostenible el trabajo voluntario. Muchas veces la trillada respuesta de “se quemó” ante la pregunta del porqué fulano de tal no continuó siendo voluntario, lo explica. Simplemente se quemó porque –y es apenas obvio conforme a la naturaleza humana- la relación entre dar y recibir se quebró : el voluntario ya no siente que está recibiendo conforme a lo que está dando.

¿Recibiendo qué? A esta altura debería estar claro que no se trata de remuneración económica, sino de la satisfacción de sus motivaciones para efectuar su trabajo voluntario. Por ejemplo, un voluntario puede recibir conocimiento, amistad, experiencia o la adquisición de nuevas habilidades, pero –especial y tácitamente- espera recibir reconocimiento por su trabajo. ¿Reconocimiento? Sí, eso: en unos casos una palmadita en el hombro acompañada de una expresión de “gracias”, en otros una real y sentida exaltación pública de la labor bien hecha.

"A los voluntarios les gusta permanecer anónimos" - dirán algunos. Y discrepo, al menos parcialmente. De seguro, en algunos casos puede ser así, especialmente cuando de donaciones económicas se trata –aún cuando me queda la sospecha sobre si esa filantropía anónima no obedece más que a las “motivaciones” de evitar que otros empiecen a hacer fila y pedir también-. Pero de manera general, mis observaciones y experiencia conducen a afirmar que siempre será por esa relación recíproca de dar y recibir: recibir satisfacción a sus motivaciones personales por lo que da de su tiempo, trabajo y talento.

En fin. Lo dicho: pueden ser muchas las motivaciones de un voluntario. Y por ello, las organizaciones voluntarias (siempre y cuando sean hábiles e inteligentes), arreglan una serie de estímulos o reconocimientos adicionales, para satisfacer esas motivaciones personales de los voluntarios. Entienden que mantener el voluntariado requiere de una inversión. Entienden que el voluntario no es una muchachita para todo, sino que hay que comprender las motivaciones de cada uno de los voluntarios y responden de manera adecuada a las mismas; evitan que se queme. Y lo hacen de manera oportuna.

Se me viene a la memoria cuando estaba cursando mi pregrado en la universidad. En la asignatura “Administración de Negocios” vimos el llamado modelo JAT –Justo A Tiempo- que se “fundamenta principalmente en la reducción del desperdicio y por supuesto en la calidad de los productos o servicios, a través de un profundo compromiso (lealtad) de todos y cada uno de los integrantes de la organización así como una fuerte orientación a sus tareas (involucramiento en el trabajo), que de una u otra forma se va a derivar en una mayor productividad, menores costos, calidad, mayor satisfacción del cliente, mayores ventas y muy probablemente mayores utilidades” [1].

Parte de esta filosofía se basa en el manejo de “cero inventarios” que, por supuesto, no tiene nada que ver con el manejo de las organizaciones voluntarias. Y obvio, si bien éstas no son “negocios” en el sentido de la palabra, sí son empresas que arrojan dividendos sociales y que financian sus estructuras y funcionamiento a través de donaciones o proyectos, desarrollados en la gran mayoría de los casos mediante su personal voluntario -pero analizar esto puede ser tema de otra columna-.

¿Por qué lo traigo a colación? Simplemente porque considero que el modelo JAT aplica a todas las organizaciones voluntarias, precisamente en ese “pequeño” detalle: profundo compromiso (lealtad) de todos y cada uno de los integrantes de la organización. Y eso, reitero, solamente se logra respondiendo a las motivaciones de los voluntarios y, parafraseando, haciéndolo justo a tiempo, en el momento y lugar que corresponde, por quién corresponde y a quién corresponde.

Claro que entendido de manera adecuada. No se trata de dar cualquier cosa o brindar cualquier estímulo o reconocimiento, ni mucho menos pensar que por ello el voluntario está recibiendo lo que se merece. Para ejemplificarlo: la peor desgracia de algunas organizaciones voluntarias son sus mal llamados “comités de estímulos y reconocimientos”, compuesto por honorables ancianos que, adrede, no lo llegaron a ser voluntariamente: estimulan precisamente todo lo contario… no deberían existir…

En aquellas instituciones, generalmente, no existe respuesta adecuada a esa reciprocidad evidente entre dar y recibir para el voluntario porque, ni el famoso comité sabe a quién o qué exalta -ni cuales son las motivaciones reales que indujeron a su acción-, ni el voluntario percibe como legítimo y “sentido” ese reconocimiento. Muchas veces, los “honorables” se enredan en una suerte de marañas administrativas y de orden personal (dado que tienen la facultad de decidir el otorgamiento del reconocimiento, hasta rayan en lo ridículo: dan reconocimientos desmedidos a quiénes “no los merecen”, e ignoran a quiénes sí, amén de la fingida pomposidad con la que en eventos públicos los integrantes de esos comités pretenden lucirse personalmente, pretendiendo mostrar su benevolencia y, ocultamente, su poder de decidir sobre quién ha hecho algo bien y quién no)…

Efectivamente un tema delicado, que debería motivar a la reflexión de esas organizaciones sobre el sostenimiento de estos comités, dado que esa facultad debería estar directamente en manos de quiénes sí conocen de la labor del voluntario… Pero, más allá, quiero hacer un llamado a las organizaciones que trabajan con voluntarios para estudiar a fondo las motivaciones de sus voluntarios (valga la redundancia), para dar respuesta adecuada al “dar y recibir”, en el momento preciso. De lo contrario, presumo, no serán sostenibles en el largo plazo.

El tiempo, trabajo y talento es un recurso precioso y no infinito. Lo dicho: requiere de inversión el fomentar y mantenerlo. Podrá haber muchos voluntarios, pero si no se implementan modelos adecuados, la renovación permanente del personal voluntario y las inversiones que esto conlleva en nuevas capacitaciones y formación sobre el sentir institucional, hará torpe e ineficiente a las organizaciones voluntarias.

En fin. Viva el voluntariado y felicitaciones a todos los que lo practican; gracias por invertir -de nuevo- su tiempo, trabajo y talento.


[1] http://www.monografias.com/trabajos6/juti/juti.shtml

3 comentarios:

  1. Bueno, eso de que una organización diga que los voluntarios prefieren el anonimato, no me parece correcto. Ya que ellos, los mismos voluntarios sean quienes deciden esto, ocurre con frecuencia y me parece válido.
    Apoyo el estudio que debería hacerse sobre los voluntarios, saber que buscan allí en cada caso sería de mucha ayuda no sólo para las organizaciones, también para los mismos jóvenes que evalúan ingresar a un voluntariado, de hecho, sería de gran ayuda para comprender a todos aquellos que se retiran sintiéndose 'vacíos'.
    Me parece genial que definas este término tan distorsionado por la gente.

    ResponderEliminar
  2. La historia nos muestra que, en efecto aquel voluntariado que no es reconocido como tal, no es apreciado, su trabajo estimulado, incentivado, esta condenado a la desaparicion, de esto podemos ver claramente el ejemplo de una organizacion humanitaria muy grande que hasta hace algunos años era la que contaba con mayor número de integrantes juveniles voluntarios, pero esos años de "bonanza voluntaria" se vieron empañados por la aparicion repentina y abrupta de un personaje cuya mision parece haber sido claramente desde su inicio, la de terminar con el voluntariado en esa Institucion...me refiero a la Cruz Roja de la Juventud que por desgracia, su voluntariado fue poco a poco yendo hacia su declive, motivado por intereses oscuros...

    ResponderEliminar
  3. Interesante,.... bastante interesante !!! mucha tela de donde cortar. Para pensar y re-pensar la labor que hacemos.

    ResponderEliminar