jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Qué futuro le espera a las juventudes del país?

Hoy y a esta hora debe estar realizándose en Bogotá el Foro de discusión al Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 por el sector de los jóvenes, organizado por el Consejo Nacional de Planeación. Espacio importante, sin duda, en el cual las fuerzas activas más importantes y relevantes –públicas, privadas y no gubernamentales- que efectúan trabajo con y en pro de los jóvenes seguramente estarán presentes y, por supuesto, tendrán mucho para aportar, como siempre.

Y es que la situación de los jóvenes, o juventudes, requiere mucha atención, si se quiere lograr un cambio efectivo y real de las condiciones de vida en nuestro país.

En Colombia, todavía se sigue considerando a joven la persona comprendida entre los 14 y 26 años de edad, lo cual siempre ha representado un problema en el momento de la formulación de políticas dirigido a este sector: tanto desde el punto de vista estadístico (las estadísticas en nuestro país se trabajan en edades simples o por quinquenios y siempre ha habido una nube gris en las franjas limítrofes de este rango de edad), como desde la perspectiva de derechos y ciudadanía: los menores de 18 años tienen un régimen de atención distinto (desde el enfoque de la protección), mientras que los mayores de edad – o para el caso concreto- los adultos jóvenes deben ser tratados precisamente como eso: adultos. Y el distingo en cuanto a garantía o restitución de derechos particulares a unos adultos distintos a otros adultos, simplemente por el hecho de tener x o y edad, siempre ha sido un hándicap en el momento de las formulaciones de planes y proyectos hacia los jóvenes.

De seguro los temas álgidos serán los que han predominado en las –quizás- últimas tres décadas: salud, educación, empleo, simplemente para citar algunos. Desde que “el tema” de juventud cobró alguna relevancia desde las naciones Unidas en 1965 al reconocer que “en las guerras que ha padecido la humanidad fueron los jóvenes los que más sufrieron y tuvieron mayor número de víctimas, (...) que la juventud desea que se asegure su provenir, y de que la paz, la libertad y la justicia figuren entre las garantías principales para lograr sus aspiraciones de felicidad y el importante papel que la juventud desempeña en todas las esferas de la actividad de la sociedad, y el hecho de que está llamada a dirigir los destinos de la humanidad , siendo preciso que la energía, el entusiasmo y el espíritu creador de los jóvenes se consagren al progreso material y moral de todos los pueblos” [1], ha corrido mucha agua debajo del puente, como se dice popularmente.

Ya desde el Gobierno del doctor Carlos Lleras Restrepo, concretamente desde su propuesta política para la Presidencia de la República (1965) que posteriormente se cristalizaría bajo el nombre de “Transformación Nacional”, institucionalmente se reconoció la importancia y urgencia de efectuar acciones y estrategias concretas para los jóvenes. Cito –textualmente- apartes del referido documento, de lo que ya se sabía hace 45 años:

”Somos un pueblo joven, en el sentido de que (...) un gran porcentaje de nuestra población total está compuesta por niños adolescentes. Colombia será en el futuro lo que sean su niñez y su juventud ahora. No habrá cambio social si permitimos que una parte de ellas crezca en el desamparo y la ignorancia o en ambientes inficionados por la delincuencia y el vicio. O mejor dicho, sí habrá cambio social: pero un cambio espantable. Ya el país conoció horrorizado la suerte de muchos jóvenes formados en el clima de la violencia que afortunadamente va desapareciendo. Pero ¡cuántos niños y jóvenes carecen en Colombia de todo amparo, no están sujetos a ninguna tutela responsable! ¿Por qué puede extrañarnos que alimenten las legiones de la delincuencia o ese horrendo fenómeno creciente de la prostitución infantil?

Miro con angustia inmensa lo que será el futuro de Colombia si tal situación no se corrige. Ya ante nuestros ojos, en el transcurso de muy pocos años, hemos visto cómo se multiplica la delincuencia infantil y cómo ésta alimenta luego las más graves formas de descomposición social. Y, sin embargo, cuán poco se está haciendo para modificar el estado de las cosas donde todo ello se origina. Día tras día, innumerables promociones de hombres y mujeres, ignorantes, amargados, muchos ya contagiados por el vicio y el delito, se incorporan a la edad adulta y conforman la nueva sociedad colombiana, lo que hagan como factor negativo de orden y progreso será culpa irremediable de las generaciones actuales.

El cambio social no tiene sentido si no lo hacemos ante todo para los niños y los jóvenes. Esta es la primera y más urgente de las tareas nacionales, una tarea a la cual se deberá consagrar el máximo de recursos obtenibles. Ningún interés egoísta tiene derecho a levantarse frente a ella.” [2]

Y, por supuesto, esto condujo a la creación en 1968 del “Instituto Colombiano de la Juventud y el Deporte –Coldeportes-, como mecanismo para encontrar soluciones para este sector poblacional – instituto que, infortunadamente poco hizo por el mismo: al cabo de unos pocos años Coldeportes empezó a dejar de lado el tema juvenil y se concentró casi de manera exclusiva a las políticas deportivas y a ejercer funciones administrativas en relación con el deporte. Esto resulta evidente al observar, por ejemplo, el informe de la gestión de la administración del presidente Alfonso López Michelsen, donde el aparte dedicado a este instituto se reduce básicamente a que en el período 74-78, Coldeportes puso en marcha 49 centros de educación física y recreación; organizó 14 festivales escolares; dictó 279 cursos en materias deportivas, (e) hizo diseños para 205 obras (civiles)... ” [3]. De igual manera, los planes de desarrollo nacionales en su conjunto, formulados durante estos períodos, contemplaron de manera difusa la participación de la población joven, considerándola inmersa en el conjunto de toda la población colombiana.

Quizás uno de los hitos más importantes en este contexto fue el Año Internacional de la Juventud, celebrado en 1985 –y que, a la postre se está repitiendo entre 2010 y 2011 como ejercicio de balance para evaluar qué se logró en los últimos 25 años-, marco en el cual se efectuó la realización del Encuentro Nacional por una Política de Juventud, bajo el lema de “Organización, Participación, Acción”, del 9 al 11 de diciembre de 1985 y que fue programado con el fin de conocer los postulados de la joven generación colombiana en torno a la problemática juvenil y sus alternativas de solución y cuyo objetivo primordial estuvo orientado a conseguir un consenso entre los jóvenes (...) con el fin de obtener las bases para la formulación de una Política Nacional de Juventud” [4] .

Asistieron a este evento representantes de todas las regiones del país, de tal manera que se contó con la participación de cerca 1000 jóvenes provenientes de las capitales de departamentos, intendencias, comisarías y delegados de las comunidades indígenas, del campesinado, y de diferentes formas organizativas de la joven generación colombiana, sin distingo de credo, religión o ideología política .

Se conformaron siete comisiones de trabajo, a saber:

Comisión 1ª. : Marco conceptual – criterios – estrategias y objetivos generales;
Comisión 2ª. : Participación social, política y religiosa
Comisión 3ª. : Juventud y educación
Comisión 4ª. : Empleo y seguridad social
Comisión 5ª. : Recreación, tiempo libre y cultura
Comisión 6ª. : Juventud rural, indígena y de áreas marginales
Comisión 7ª. : Organización y plan de acción

Manifiesta el documento de conclusiones que la voluntad política del gobierno debe concretarse en la decisión de incorporar las políticas que se formulen a los planes de desarrollo. Estimular la revisión de instrumentos legales, las estructuras orgánicas y los recursos para crear las condiciones de ejecución de las políticas . En ese sentido, la política Nacional de Juventud busca la integración, coordinación y fortalecimiento de acciones, planes y programas; (propende) por una amplia y efectiva participación del sector juvenil en los diferentes estamentos decisorios, en su propio desarrollo y en el país en general; (realiza) acciones de prevención y tratamiento adecuado ante problemas sociales graves como la delincuencia, la prostitución, la fármaco dependencia y el alcoholismo del joven; (compromete) al joven para que se vincule activa y conscientemente a ejecutar el papel protagónico de cambio social que requiere el país; (y) garantiza el pleno uso de los derechos del joven .

Igualmente se plantea que la democratización del estado debe incluir la intervención de los jóvenes en la planeación de sus propias políticas, la fiscalización de las acciones que se dirigen a ellos y su incidencia en la formulación e impulso de otras políticas sociales, culturales y económicas; acceso a la administración pública, a las corporaciones legislativas y a otras organizaciones que le permitan su intervención en los procesos de toma de decisiones (...) Debe entenderse que la política de juventud no es una responsabilidad exclusiva del estado, sino también, los jóvenes y sus organizaciones deben tomar un papel protagónico.

En el marco de la institucionalidad, plantea que se debe crear un Consejo Nacional de Juventud (...) donde se encuentre representados por parte del estado los ministerios y/o instituciones que tengan incidencia directa en programas de juventud y las organizaciones juveniles de carácter nacional y/o confederaciones juveniles de tipo político, cívico, gremial, estudiantil y religioso. Tendría como funciones principales las de coordinar e impulsar los planes, programas y actividades dirigidas a la juventud, aprobados dentro de la política Nacional de Juventud y funcionará como un ente independiente, asesor de las diversas instituciones que llevan a cabo programas juveniles . Igualmente, en el plano gubernamental es importante reforzar la estructura administrativa encargada de atender el sector de juventud y en el área legal se hace necesario crear nuevas herramientas jurídicas (...) en el campo del reconocimiento de la juventud como categoría social, con tratamiento específico a sus derechos.

Finalmente, también plantea que se requiere fortalecer una base de información continua y permanente sobre asuntos concernientes a la situación del joven, así como sobre las organizaciones que existen, los servicios disponibles en el campo educativo, cultural, deportivo, turístico y otros.

Y bueno, no quiero continuar con los análisis históricos, que por supuesto, posterior a 1985 dan mucha tela de donde cortar [6]. Solamente quiero brindar un espejo de lo que se decía hace tantos años, para que se pueda comparar con lo que se está diciendo y proponiendo al día de hoy...

Y muchas han sido las iniciativas, aciertos y desaciertos en estas últimas décadas. ¿Y se ha avanzado algo? Seguramente sí. ¿Pero se habrá avanzado lo suficiente? Dejo abierta la respuesta, que intuyo se puede deducir del documento Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 [5] y que se está discutiendo en este preciso instante, como ya lo anotaba al inicio.

Por demás, me llamó la atención que es el primer plan nacional que leo que hace tanta referencia directa a los jóvenes y a la juventud. Es una buena señal de que se está dispuesto –al menos en el papel- de tratar de saldar esta deuda generacional, de enfrentar los problemas álgidos de una vez por todas. Esperemos que así sea. El bono demográfico [7] en el país se nos está acabando. Se estiman apenas 10 años más para poder lograr lo que no se hizo en las décadas anteriores… veamos, entonces, qué sale del foro de hoy… veamos qué futuro le espera a las juventudes del país…


[1] apartes de la Resolución 2037 (XX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 7 de diciembre de 1965
[2] op cit propuesta política para la Presidencia de la República (1965)
[3] “Una Gestión con proyección hacia el año 2000”, Administración López Michelsen 1974-1978, 1978
[4] Documento “Conclusiones del Encuentro Nacional de una Política de Juventud del Consejo Nacional Coordinador del Año Internacional de la Juventud, Coldeportes, 1986
[5] http://www.cnp-colombia.org/images/stories/docs/Bases_PND__2010-2014.pdf
[6] Por ejemplo,en términos de institucionalidad: de Coldeportes se pasó a la Consejería Presidencial para la Juventud, Mujer y Familia (1990-1991), al Programa Presidencial para la Juventud, Mujer y Familia (1991-1994), al Viceministerio de la Juventud (1994-2000) y finalmente al actual Programa Presidencial para el Sistema nacional de Juventud –Colombia Joven.
[7] Se conoce como bono demográfico aquella situación en la cual la proporción de personas en edades productivas crece de manera sostenida respecto a la proporción de personas en edades potencialmente inactivas (menores de 15 y mayores de 60 años). En estos momentos Colombia atraviesa por una situación de bono demográfico que podría prolongarse hasta cerca del año 2020. El bono demográfico también es conocido como “oportunidad demográfica”, pues posibilita el mejoramiento de las condiciones de vida del total de la población, por la vía del crecimiento económico y de la productividad general de la sociedad. Sin embargo, esto depende del mejoramiento de las capacidades, las oportunidades y la inserción en el mercado laboral de la población en edad productiva y, en particular, para los y las jóvenes. http://www.unfpacolombia.org/menuSupIzqui.php?id=11

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