martes, 28 de diciembre de 2010

¿Informantes o consejeras?

Los recientes episodios de wikileaks han dado para todo. Serios y graves secretos de algunos gobernantes y personal de los gobiernos salen lentamente a la luz pública, dejando muy mal parados, en algunos casos, a los protagonistas de las oscuras o, por lo menos, non sanctas maniobras de los mismos. Por supuesto, –como siempre sucede en este tipo de escándalos- igualmente ha servido para demostrar de nuevo el sentido de humor, mediante la difusión de mensajes como este: “Wikileaks: el niño dios es el papá y la mamá”.

Y bueno, también ha impulsado la moda de la aparición de imitadores que, contrario a los humoristas, se toman muy en serio su rol de neo-informantes para develar los terrirbles mantos que cubren las acciones más banales y normales. En actitud de triunfo y en tono de susurro, me los imagino mirando cautelosamente hacia los lados, mientras en sus blogs informan que escucharon cosas como que… … ¡el agua es importante en la navegación fluvial!

Por supuesto, estos blogs aparecen registrados bajo seudónimos o nombres falsos, seguramente para proteger la integridad de quienes figuran de informantes en algunos casos, y de consejeras en otros. Pero no se confundan: no me refiero acá a las consejeras en el buen espíritu de palabra, de aquellas jóvenes o mujeres pertenecientes a un consejo, sino a aquellos individuos que se dedican a inventar y difundir consejas[1].

A alguien le leía o escuchaba recientemente que el amplio mundo de internet precisamente favorece este tipo de acciones. Realmente cualquiera puede ponerse a escribir lo que quiera de lo que quiera cuando quiera. Tan es así, que hasta yo me encuentro escribiendo acá, exponiéndolos al riesgo de leerme… mmm… en fin, ese es otro tema…

Volvamos a la idea original de nuestros falsos informantes –o consejeras-, como ya lo explicaba. Queda claro que no me refiero a aquellos humoristas o despistados que escriben cosas en son de humor o debidas a su –ejém- precaria información previa, sino a aquellos que lo hacen intencionadamente, que desinforman adrede, o al menos confiando demasiado en sus –a su vez- fuentes de información.

En estos días me encontré en el chat con un amigo quién, con cierta preocupación, me preguntaba si ya había visto xxxx blog nuevo que había salido. Lo referencio simplemente como xxxx, porque no creo que sea prudente difundir su dirección… por respeto… hacia el autor del mismo. No creo que sea justo con él que otros suelten las mismas carcajadas que yo solté cuando finalmente entré y lo leí… puede causarle un mayor trauma al que aparentemente ya tiene, e insisto, no creo que sea justo con él, ni mucho menos respetuoso.

Bajo un seudónimo casi impronunciable –al menos para los latinos- , se presentó de forma misteriosa, invitando también a que se volvieran sus amigos en facebook, o que lo siguieran en twitter. Y, a la vez, dejaba claro que su intención era la de dar a conocer información –calculo yo “ultrasecreta”- de una organización x. De ahí, precisamente, que en el nombre del blog hubiera mezclado la palabra informante con el nombre de esa organización. Ah, e invitaba que se le visitara de "regularmente" para descubrir nuevos leaks, digo, calculo yo.

Y bueno, eso me arrancó la primera carcajada. La capacidad de ocultar su identidad fue bastante –de nuevo ejém- precaria. Creyera que él es el único que, al día de hoy, piensa que nadie sabe ni quién es, ni cuáles son las “fuentes” que le “dan bomba”, perdón: “informan”. Debería "auto-leakearse" ...

Pero bueno. La segunda carcajada me la sacó su segunda entrada (artículo) –creo que hasta el momento solo van dos-. Recuentos documentales interesantes, seguidas de afirmaciones osadas. Y –por dios- para lo que revelaba en su pseudo-wikileak no había que tener acceso a fuentes “ultrasecretas”, sino algo menos de “dos dedos de frente”. Porque, honestamente, no se requiere tener acceso a ningún material para darse cuenta que lo “develado” era información pública. Claro que no con el sentido que le dio, y esa fue la tercera carcajada.

He de admitir, dado que conozco al autor [2], que me queda una duda de su capacidad de racionamiento. Pensaba que, en virtud de su nivel académico, fácilmente podría deducir que si “A es igual a B, y B es igual a C, entonces A es igual a C”. Pero me temo que no. Su conclusión es que A es igual a Z. Y esa es su gran revelación. ¿De dónde salió Z? ¿Quién es Z? ¿Existe Z? …. Ni idea, como dicen por ahí.

Para ser más claro, quiero ilustrarlo con un ejemplo hipotético, en otro contexto, de otro autor, de otro país, de otro blog. Si a mí me invitan a postularme a algo es eso, pregunto yo, ¿igual a que me inviten o que ya soy miembro aceptado e integrado?... digo… en una licitación pública, por ejemplo, se anuncia que “se invita a los ciudadanos y personas naturales o jurídicas a presentarse…” ¿es eso igual a decir que a “ los ciudadanos y personas naturales o jurídicas” ya se les otorgó la licitación?

Y bien: tres carcajadas buenas que pude soltar antes de que finalizara este año. Y lo mejor: promete haber más, y "regularmente", como ya lo decía. No importa que ya sepamos de qué pobre balso está hecha la caja de resonancia de tan tristes tonos de bufones frustrados. ¡Y gracias! … Temía que de nuevo me tocara acudir al que –sin quererlo- se ha tornado en un Leitmotiv de mis notas: “el poder del chisme y rumor” [3]… pero no aguanta, no alcanza -siquiera- a calificar para rumor o chisme.

En fin: no se dejen engañar con imitaciones. Y de verdad: a buscar fuentes informadas, de personas que tengan carácter y asuman lo que escriben, sin ocultarse detrás de pseudónimos, que no tiran la piedra y después esconden la mano... O, al menos, leer cosas light, como las que escribo yo.

Aaah …. y: “ “… (uuups, casi digo su nombre): “¡dejémonos de vainas!”


P.D. Al momento de escribir esta nota el blog en referencia estaba activo. Al día de hoy existe, sin notas.

[1] Conseja –según la RAE-:Cuento, fábula, patraña ridículos
[2] les pido que sea un secreto, porque él cree que nadie lo conoce… shshshshs…
[3] http://elponchedefuego.blogspot.com/2010/11/el-poder-del-chisme-y-rumor.html


jueves, 23 de diciembre de 2010

La Ley es para los de ruana

Debo admitirlo: jamás he sido bueno para la mecánica automotriz. Lamento no haber podido aprender nada de las múltiples horas de mi infancia y juventud en las que mi papá frustradamente trataba de hacerme ver lo apasionante de ese mundo de manos untadas de aceites quemados y el lavado de piezas en una palangana llena gasolina, mientras que un sinnúmero posible de tuercas, tornillos, resortes y latas de distintas formas se encontraban esparcidas en el piso sobre pliegos de papel periódico amarillentos. Esos días cuando los papás aún se dedicaban a arreglar por su cuenta las cosas, pero bueno, ese es otro tema.

Y bueno, como lo decía: por más que intentaba, nunca le pude encontrar el gusto, ni por las uñas negras, ni por el jabón de barra azul con el que se pretendía quitar la viscosidad del combustible de los dedos arrugados y brazos embadurnados, ni por entender la diferencia entre el distribuidor y el diferencial. Tan es así mi ignorancia sobre la materia, que incluso hasta hace poco pensaba que bendix era un personaje salido de los cuentos de “Ásterix y Óbelix”, y que cuando este golpeaba la corona se refería a las palizas que le propiciaba a los romanos… ni decir lo que me imaginaba cuando se hablaba de la culata… en fin

Puede que tenga habilidades en muchos otros campos, pero lo dicho: con la mecánica automotriz he sido más que un cero a la izquierda. Por ello siempre he procurado tener mi carro a punto y cada vez que escucho –siquiera- un leve “tic-tic-tic” desconocido en ese universo oscuro que se encuentra debajo del capó, inmediatamente salgo corriendo al taller de confianza para que revisen qué es. Y bueno, más que avergonzarme con ello, lo veo casi como un trabajo pastoral que estoy haciendo: gracias a mi profunda ignorancia estoy seguro que con ello hago un importante aporte a la economía del sector del 7 de Agosto y que, reitero, gracias a personas como yo, ellos tendrán un feliz y próspero 24 de diciembre…

¿Por qué traigo a colación el tema? Sencillamente porque ayer me tocó de nuevo la famosa revisión técnico-mecánica que anualmente debemos hacerle a los carros. Y yo confiado, cuando me dijeron que "no pasó" porque el exhosto estaba fisurado. Nada grave, realmente no había señales evidentes –al menos para mí ningún “tic-tic-tic” o “pf-pf-pf” o “trac-troc” que me lo hubiera delatado, ni señales de humo- y, efectivamente, en el taller ya lo arreglaron.

Y me tocará de nuevo ir al centro de revisión para obtener la famosa certificación para evitarme una multa monumental, multa que –presumo- solamente le aplican a los carros particulares. Porque no hay que saber mucho de mecánica para darse cuenta que en Bogotá la norma como que no se le aplica a todos por igual. Solo hay que observar las fumarolas negras con las que algunas volquetas y buses –incluidos los de TM- pasan fumigando las vías y transeúntes, algunos hasta tosiendo chispas y truenos por el exhosto, sin que jamás haya visto que alguna autoridad los pare y multe por eso…

Y es que en nuestra ciudad las cosas son sui géneris en esa materia: me acuerdo unos años atrás cuando a un amigo con el que viajaba en su carro lo pararon e impusieron un parte unos chupas porque había excedido el límite de velocidad. Efectivamente, íbamos por la carrera séptima a 46 Km /h. (!?); la explicación que nos dieron fue señalando a un oxidado aviso de “velocidad máxima de 30 km/h” escondido detrás de un arbusto unos metros atrás, legado de alguna época arcaica. Para los que conocen Bogotá, saben que es un suicidio andar en la séptima a 30 km/h: amén de exponerse a que los demás vehículos lo choquen por detrás, la mano de insultos que uno se tiene que aguantar por circular a esa velocidad doblega hasta al más paciente y tolerante.

Pero lo más curioso –bueno, realmente no es curioso, por lo que ya señalé de la aplicación de las normas- es que la fila de partidos solamente la constituíamos carros particulares, desconcertados al ver como impávidamente pasaban rugiendo –de seguro a mucha mayor velocidad de los reglamentarios 60 km/h- camiones, buses y busetas, sin que los “agentes” los pararan… Está bien, supongamos que hubieran estado pintados de “invisibles”, pero las mencionadas fumarolas negras no lo eran, ni las sobrerrevoluciones de sus motores…

Ni qué decir de las reiteradas violaciones a las normas de tránsito que cometen algunos bárbaros del servicio del transporte (de carga material, animal o humana): giros prohibidos, contravías, pasadas de semáforos en rojo, paradas en la mitad de la calle, etc. sin que nadie les diga nada. Pero pásese uno, por culpa de algunos de los monumentales trancones de nuestra desbaratada ciudad, cinco minutos del inicio del “pico y placa”, y ahí si están todos los chupas del mundo repartiendo comparendos…

Definitivamente es el caso que demuestra que la afirmación “la Ley es para los de ruana” es completamente falsa. Se trata, simple y llanamente, de una arbitrariedad. Y conste que no estoy en contra de las normas o leyes; todo lo contrario: siempre he considerado que son la base fundamental de una sociedad y que se deben respetar. Pero de manera ecuánime, sin arbitrariedades. Y, al menos yo, jamás he visto a alguien con una ruana o la camisa abierta hasta el ombligo recibiendo un parte. En fin… eso es lo que hay. Y mientras, a volver al servicentro por el certificado, para garantizar así que Bogotá sea una ciudad de tráfico limpio y seguro.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Entre argumentos, rumores y agitadores

He participado en muchos foros virtuales de discusión, de todo tipo. Y hay que decir que hay unos excelentes, con reglas claras, con niveles de conocimiento y participación parejos. Y hay otros que son… simplemente: nefastos.

Por aquellas cosas de la vida, en estos días –gracias a la invitación de una amigo- tuve la oportunidad de leer una serie de comentarios que se publicaron en un foro de “discusión” en Facebook. Aclaro: leer; no participé de forma alguna –por favor no me asocien con ese adefesio de foro-. De hecho, llegué al mismo tardíamente, cuando lo mejor del debate ya había pasado. Pero, precisamente por ese hecho, me permitió ratificar algunas apreciaciones que tengo en ese contexto. Ya el solo nombre me hizo sospechar de la seriedad del espacio, ya que cada vez que leo títulos por el corte de “los que estamos en contra de …” lo desestimo de una vez… pero esta vez –reitero por la recomendación de mi amigo- ingresé … en fin…

Efectivamente un ejercicio interesante, para llamarlo de alguna forma: ver como personas –muchas de ellas sin conocerse - discuten apasionadamente sobre un tema específico. Y lo hacen desordenadamente, sin ningún criterio claro, sin directrices definidas, sin debatir en un nivel intelectual –siquiera- medianamente similar. Claro que están los que dicen que eso es la democracia: que todos puedan opinar. Y de seguro tienen –parcialmente- razón. Pero, ¿pondrían ustedes - pregunto yo - a debatir sobre políticas macroeconómicas del país a un aprendiz de administración junto con un afamado economista?

La ausencia e imposibilidad de implementar un moderador fue una de las características –aparente o tristemente- más democráticas de este foro. Pero, al mismo tiempo, es la que más reduce la utilidad del ejercicio. Todos los participantes opinando al mismo tiempo, diciendo cosas que terminan siendo inconexas, mezcladas con los retardos (de tiempos de transmisión, no necesariamente del desarrollo del cerebro –aún cuando en algunos casos tengo mis dudas de cuál de los dos influyó más-) que se presentan en las respuestas y se publican a destiempo posteriores a otro comentario pero perfectamente se pueden interpretar como vinculados al mismo… una verdadera bomba de tiempo.

Amén de la falta de contacto visual, que no permite percibir si lo que x o y dice está intencionado en ese sentido, o la ausencia de redacciones claras que transmitan un mensaje diáfano (sin olvidar el uso de abreviaturas o modismos que no todos entienden por igual). Y claro, súmenle a eso otro tanto de participantes inscritos que no opinan, mudos por naturaleza, pero que sí se forman una opinión a partir de las opiniones de los demás; terminan siendo la onda expansiva de esta bomba. Calladamente, por fuera del foro, terminarán siendo tristes cajas de resonancia...

Es interesante ver, también, como se mezclan argumentos con rumores y -por supuesto no puede faltar- con los comentarios de los agitadores.

Tres niveles en una misma discusión: el informado, el desinformado y el malintencionado. Sobre los rumores que disemina el desinformado ya me he referido en notas anteriores y se sabe que es un tema delicado [1]. Pero el último caso, el del agitador, es el peor de los escenarios. Exaspera al que sabe argumentar y confunde aún más al chismoso. Es el típico incendiario, que no le interesa la razón, sino simplemente imponer sus obtusos preconceptos… y quedar bien al mismo tiempo, como una especie de salvador y redentor.

Es el típico veintejuliero: acude a lugares comunes , maneja en su “discurso” un nivel de populismo asombroso y permanentemente llama a la lucha en defensa de los derechos, a que suenen “cuernos, trompetas, tambores, palos y sables”, en contra –según él- de la opresión del sistema; de las maquiavélicas maniobras del establishment . Es el que llega a mitad de una discusión y opina, magistralmente, gracias a su “grandioso” referente… y se encuentra apoyado –cual película del Rey León- de las hienas babosas, que feliz y animadamente lo celebran …

Sus principales “argumentaciones” se basan en las afamadas teorías de la conspiración –cuyo concepto maneja muy bien- y según las cuales, todo se hace con una segunda intencionalidad, con una agenda oculta. Y bueno: sabe decir muy bien lo que el borrego quiere escuchar: que no han sido partícipes en las tomas de decisiones, que todo lo que se hace es para desfavorecer a la gran mayoría en función de unos intereses particulares y perversos, y bla bla bla… y el peor de los agitadores –del que no he hablado ni hablaré en esta nota-: el reproductor de ideas de personas bajas de autoestima, de fracasados, ladrones, camuflados en tantos oficios… de perdedeores…

¿Qué puede salir de todo eso? Pues nada, honestamente. Es como jugar a piedra, papel y tijera. Finalmente, el que tiene la capacidad de argumentación se cansa de chocar contra oídos sordos y calla. Y el desinformado termina ratificando las babosadas del agitador. Buen escenario, ¿no creen?



[1] http://elponchedefuego.blogspot.com/2010/11/el-poder-del-chisme-y-rumor.html

viernes, 17 de diciembre de 2010

Regalos canallas

Y una vez más estamos ad portas de la temible Nochebuena. Y no es que yo sea un Grinch, ni nada de eso, o que odie la navidad. No: no es temible porque no me guste, sino porque se acerca la ocasión dar y recibir… y no solo cariño, bendiciones y amor, sino lo que dictan las convenciones sociales de estas festividades: regalos

Y vaya que es un tema complicado. Cuando se trata de personas más allegadas, tiende a ser más fácil, pero cuando se trata de personas no tan cercanas, puede constituirse en todo un calvario. Y peor cuando se ve la cara de emoción con la que alguien desempaca un regalo transformándose lentamente en una especie de mueca que expresa un tímido “gra *suspiro* cias”…

En fin. Como quiera que sea y con el ánimo de poder aportar algo, me he atrevido a elaborar una lista del top 40 de cosas que creo uno no debería regalarle a otras personas, salvo que se trate, por supuesto, de personas que uno conozca muy bien o con las que, por el contrario, quiera quedar muy mal:

1. Ropa interior y menos de la “amarilla de la buena suerte para año nuevo”
2. Medias o calcetines de colores o “deditos”
3. Ropa de marca “Lakost”, “Kalvin Clein”, ”Amerikan Igle”, “Guezz”,…
4. Tenis de marca “Adidá”, “Pumma”, “Naik”…
5. Bolsos y accesorios “Lui Vitton”, “Convers”, “Dissel”,…
6. Ropa usada “casi nueva”
7. Jabones, champús, cremas de belleza o para adelgazar
8. Lociones o perfumes baratos, mucho menos pachulís
9. Corbatas y pañolones de terciopelo, dulceabrigo o felpa, mucho menos de pepitas o rayas o con figuritas
10. Libros de autoayuda
11. Los libros de Ingrid Betancourt, José Obdulio Gaviria o Alfredo Rangel
12. Libros de sudoku
13. DVD o CD sacados de canastillas de promoción del Éxito o Carrefour, o peor: piratas
14. Cualquier CD musical que tenga títulos por el estilo de “Sácame los ojos”, “Escoria humana”, …
15. Un fin de semana en un “exclusivo” resort, obtenido vía campaña promocional
16. Crocs o pantuflas estrambóticas
17. Floreros de concha de nácar, velas aromáticas, inciensos
18. Manteles, individuales o servilletas, tejidas en crochet
19. Adornos para el baño, toallas, capuchones para el papel higiénico
20. Muñecos autóctonos vestidos de Papá y Mamá Noel
21. Electrodomésticos inútiles
22. Manita china o masajeadores artesanales de madera
23. Ropa tejida en lana personalmente por la abuelita o la mamá
24. Ropa “made in China”
25. Ropa con motivos alusivos a la navidad
26. Camisetas estampadas con fotos de uno, acompañadas de leyendas cursis
27. Figuritas de bailarinas o mendigos, de yeso o porcelanato
28. “Cristalería” de vidrio Peldar
29. Gafas de sol “de marca” compradas de “mostrador” de icopor
30. Relojes “finos” comprados en un “agáchese”
31. Llaveros de recina con cucarrones o semillas de mostaza
32. Bisutería de cualquier tipo
33. Vinos nacionales
34. Whiskys de “$12.000 pesos la botella”
35. Sabajón de feijoa
36. Anchetas con productos nacionales, empacadas en un platón plástico rosado soacha
37. Gadgets para el computador (luces usb, memorias usb de 250 MB, etc)
38. Perritos de plástico que mueven la cabeza, para el panel frontal del carro
39. Regalos virtuales: del facebook, tarjeticas animadas…
40. Y, finalmente, cualquier cosa que se pueda comprar por “televentas”.

¡Felices fiestas!

jueves, 16 de diciembre de 2010

¿Qué futuro le espera a las juventudes del país?

Hoy y a esta hora debe estar realizándose en Bogotá el Foro de discusión al Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 por el sector de los jóvenes, organizado por el Consejo Nacional de Planeación. Espacio importante, sin duda, en el cual las fuerzas activas más importantes y relevantes –públicas, privadas y no gubernamentales- que efectúan trabajo con y en pro de los jóvenes seguramente estarán presentes y, por supuesto, tendrán mucho para aportar, como siempre.

Y es que la situación de los jóvenes, o juventudes, requiere mucha atención, si se quiere lograr un cambio efectivo y real de las condiciones de vida en nuestro país.

En Colombia, todavía se sigue considerando a joven la persona comprendida entre los 14 y 26 años de edad, lo cual siempre ha representado un problema en el momento de la formulación de políticas dirigido a este sector: tanto desde el punto de vista estadístico (las estadísticas en nuestro país se trabajan en edades simples o por quinquenios y siempre ha habido una nube gris en las franjas limítrofes de este rango de edad), como desde la perspectiva de derechos y ciudadanía: los menores de 18 años tienen un régimen de atención distinto (desde el enfoque de la protección), mientras que los mayores de edad – o para el caso concreto- los adultos jóvenes deben ser tratados precisamente como eso: adultos. Y el distingo en cuanto a garantía o restitución de derechos particulares a unos adultos distintos a otros adultos, simplemente por el hecho de tener x o y edad, siempre ha sido un hándicap en el momento de las formulaciones de planes y proyectos hacia los jóvenes.

De seguro los temas álgidos serán los que han predominado en las –quizás- últimas tres décadas: salud, educación, empleo, simplemente para citar algunos. Desde que “el tema” de juventud cobró alguna relevancia desde las naciones Unidas en 1965 al reconocer que “en las guerras que ha padecido la humanidad fueron los jóvenes los que más sufrieron y tuvieron mayor número de víctimas, (...) que la juventud desea que se asegure su provenir, y de que la paz, la libertad y la justicia figuren entre las garantías principales para lograr sus aspiraciones de felicidad y el importante papel que la juventud desempeña en todas las esferas de la actividad de la sociedad, y el hecho de que está llamada a dirigir los destinos de la humanidad , siendo preciso que la energía, el entusiasmo y el espíritu creador de los jóvenes se consagren al progreso material y moral de todos los pueblos” [1], ha corrido mucha agua debajo del puente, como se dice popularmente.

Ya desde el Gobierno del doctor Carlos Lleras Restrepo, concretamente desde su propuesta política para la Presidencia de la República (1965) que posteriormente se cristalizaría bajo el nombre de “Transformación Nacional”, institucionalmente se reconoció la importancia y urgencia de efectuar acciones y estrategias concretas para los jóvenes. Cito –textualmente- apartes del referido documento, de lo que ya se sabía hace 45 años:

”Somos un pueblo joven, en el sentido de que (...) un gran porcentaje de nuestra población total está compuesta por niños adolescentes. Colombia será en el futuro lo que sean su niñez y su juventud ahora. No habrá cambio social si permitimos que una parte de ellas crezca en el desamparo y la ignorancia o en ambientes inficionados por la delincuencia y el vicio. O mejor dicho, sí habrá cambio social: pero un cambio espantable. Ya el país conoció horrorizado la suerte de muchos jóvenes formados en el clima de la violencia que afortunadamente va desapareciendo. Pero ¡cuántos niños y jóvenes carecen en Colombia de todo amparo, no están sujetos a ninguna tutela responsable! ¿Por qué puede extrañarnos que alimenten las legiones de la delincuencia o ese horrendo fenómeno creciente de la prostitución infantil?

Miro con angustia inmensa lo que será el futuro de Colombia si tal situación no se corrige. Ya ante nuestros ojos, en el transcurso de muy pocos años, hemos visto cómo se multiplica la delincuencia infantil y cómo ésta alimenta luego las más graves formas de descomposición social. Y, sin embargo, cuán poco se está haciendo para modificar el estado de las cosas donde todo ello se origina. Día tras día, innumerables promociones de hombres y mujeres, ignorantes, amargados, muchos ya contagiados por el vicio y el delito, se incorporan a la edad adulta y conforman la nueva sociedad colombiana, lo que hagan como factor negativo de orden y progreso será culpa irremediable de las generaciones actuales.

El cambio social no tiene sentido si no lo hacemos ante todo para los niños y los jóvenes. Esta es la primera y más urgente de las tareas nacionales, una tarea a la cual se deberá consagrar el máximo de recursos obtenibles. Ningún interés egoísta tiene derecho a levantarse frente a ella.” [2]

Y, por supuesto, esto condujo a la creación en 1968 del “Instituto Colombiano de la Juventud y el Deporte –Coldeportes-, como mecanismo para encontrar soluciones para este sector poblacional – instituto que, infortunadamente poco hizo por el mismo: al cabo de unos pocos años Coldeportes empezó a dejar de lado el tema juvenil y se concentró casi de manera exclusiva a las políticas deportivas y a ejercer funciones administrativas en relación con el deporte. Esto resulta evidente al observar, por ejemplo, el informe de la gestión de la administración del presidente Alfonso López Michelsen, donde el aparte dedicado a este instituto se reduce básicamente a que en el período 74-78, Coldeportes puso en marcha 49 centros de educación física y recreación; organizó 14 festivales escolares; dictó 279 cursos en materias deportivas, (e) hizo diseños para 205 obras (civiles)... ” [3]. De igual manera, los planes de desarrollo nacionales en su conjunto, formulados durante estos períodos, contemplaron de manera difusa la participación de la población joven, considerándola inmersa en el conjunto de toda la población colombiana.

Quizás uno de los hitos más importantes en este contexto fue el Año Internacional de la Juventud, celebrado en 1985 –y que, a la postre se está repitiendo entre 2010 y 2011 como ejercicio de balance para evaluar qué se logró en los últimos 25 años-, marco en el cual se efectuó la realización del Encuentro Nacional por una Política de Juventud, bajo el lema de “Organización, Participación, Acción”, del 9 al 11 de diciembre de 1985 y que fue programado con el fin de conocer los postulados de la joven generación colombiana en torno a la problemática juvenil y sus alternativas de solución y cuyo objetivo primordial estuvo orientado a conseguir un consenso entre los jóvenes (...) con el fin de obtener las bases para la formulación de una Política Nacional de Juventud” [4] .

Asistieron a este evento representantes de todas las regiones del país, de tal manera que se contó con la participación de cerca 1000 jóvenes provenientes de las capitales de departamentos, intendencias, comisarías y delegados de las comunidades indígenas, del campesinado, y de diferentes formas organizativas de la joven generación colombiana, sin distingo de credo, religión o ideología política .

Se conformaron siete comisiones de trabajo, a saber:

Comisión 1ª. : Marco conceptual – criterios – estrategias y objetivos generales;
Comisión 2ª. : Participación social, política y religiosa
Comisión 3ª. : Juventud y educación
Comisión 4ª. : Empleo y seguridad social
Comisión 5ª. : Recreación, tiempo libre y cultura
Comisión 6ª. : Juventud rural, indígena y de áreas marginales
Comisión 7ª. : Organización y plan de acción

Manifiesta el documento de conclusiones que la voluntad política del gobierno debe concretarse en la decisión de incorporar las políticas que se formulen a los planes de desarrollo. Estimular la revisión de instrumentos legales, las estructuras orgánicas y los recursos para crear las condiciones de ejecución de las políticas . En ese sentido, la política Nacional de Juventud busca la integración, coordinación y fortalecimiento de acciones, planes y programas; (propende) por una amplia y efectiva participación del sector juvenil en los diferentes estamentos decisorios, en su propio desarrollo y en el país en general; (realiza) acciones de prevención y tratamiento adecuado ante problemas sociales graves como la delincuencia, la prostitución, la fármaco dependencia y el alcoholismo del joven; (compromete) al joven para que se vincule activa y conscientemente a ejecutar el papel protagónico de cambio social que requiere el país; (y) garantiza el pleno uso de los derechos del joven .

Igualmente se plantea que la democratización del estado debe incluir la intervención de los jóvenes en la planeación de sus propias políticas, la fiscalización de las acciones que se dirigen a ellos y su incidencia en la formulación e impulso de otras políticas sociales, culturales y económicas; acceso a la administración pública, a las corporaciones legislativas y a otras organizaciones que le permitan su intervención en los procesos de toma de decisiones (...) Debe entenderse que la política de juventud no es una responsabilidad exclusiva del estado, sino también, los jóvenes y sus organizaciones deben tomar un papel protagónico.

En el marco de la institucionalidad, plantea que se debe crear un Consejo Nacional de Juventud (...) donde se encuentre representados por parte del estado los ministerios y/o instituciones que tengan incidencia directa en programas de juventud y las organizaciones juveniles de carácter nacional y/o confederaciones juveniles de tipo político, cívico, gremial, estudiantil y religioso. Tendría como funciones principales las de coordinar e impulsar los planes, programas y actividades dirigidas a la juventud, aprobados dentro de la política Nacional de Juventud y funcionará como un ente independiente, asesor de las diversas instituciones que llevan a cabo programas juveniles . Igualmente, en el plano gubernamental es importante reforzar la estructura administrativa encargada de atender el sector de juventud y en el área legal se hace necesario crear nuevas herramientas jurídicas (...) en el campo del reconocimiento de la juventud como categoría social, con tratamiento específico a sus derechos.

Finalmente, también plantea que se requiere fortalecer una base de información continua y permanente sobre asuntos concernientes a la situación del joven, así como sobre las organizaciones que existen, los servicios disponibles en el campo educativo, cultural, deportivo, turístico y otros.

Y bueno, no quiero continuar con los análisis históricos, que por supuesto, posterior a 1985 dan mucha tela de donde cortar [6]. Solamente quiero brindar un espejo de lo que se decía hace tantos años, para que se pueda comparar con lo que se está diciendo y proponiendo al día de hoy...

Y muchas han sido las iniciativas, aciertos y desaciertos en estas últimas décadas. ¿Y se ha avanzado algo? Seguramente sí. ¿Pero se habrá avanzado lo suficiente? Dejo abierta la respuesta, que intuyo se puede deducir del documento Bases del Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 [5] y que se está discutiendo en este preciso instante, como ya lo anotaba al inicio.

Por demás, me llamó la atención que es el primer plan nacional que leo que hace tanta referencia directa a los jóvenes y a la juventud. Es una buena señal de que se está dispuesto –al menos en el papel- de tratar de saldar esta deuda generacional, de enfrentar los problemas álgidos de una vez por todas. Esperemos que así sea. El bono demográfico [7] en el país se nos está acabando. Se estiman apenas 10 años más para poder lograr lo que no se hizo en las décadas anteriores… veamos, entonces, qué sale del foro de hoy… veamos qué futuro le espera a las juventudes del país…


[1] apartes de la Resolución 2037 (XX) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, 7 de diciembre de 1965
[2] op cit propuesta política para la Presidencia de la República (1965)
[3] “Una Gestión con proyección hacia el año 2000”, Administración López Michelsen 1974-1978, 1978
[4] Documento “Conclusiones del Encuentro Nacional de una Política de Juventud del Consejo Nacional Coordinador del Año Internacional de la Juventud, Coldeportes, 1986
[5] http://www.cnp-colombia.org/images/stories/docs/Bases_PND__2010-2014.pdf
[6] Por ejemplo,en términos de institucionalidad: de Coldeportes se pasó a la Consejería Presidencial para la Juventud, Mujer y Familia (1990-1991), al Programa Presidencial para la Juventud, Mujer y Familia (1991-1994), al Viceministerio de la Juventud (1994-2000) y finalmente al actual Programa Presidencial para el Sistema nacional de Juventud –Colombia Joven.
[7] Se conoce como bono demográfico aquella situación en la cual la proporción de personas en edades productivas crece de manera sostenida respecto a la proporción de personas en edades potencialmente inactivas (menores de 15 y mayores de 60 años). En estos momentos Colombia atraviesa por una situación de bono demográfico que podría prolongarse hasta cerca del año 2020. El bono demográfico también es conocido como “oportunidad demográfica”, pues posibilita el mejoramiento de las condiciones de vida del total de la población, por la vía del crecimiento económico y de la productividad general de la sociedad. Sin embargo, esto depende del mejoramiento de las capacidades, las oportunidades y la inserción en el mercado laboral de la población en edad productiva y, en particular, para los y las jóvenes. http://www.unfpacolombia.org/menuSupIzqui.php?id=11

lunes, 13 de diciembre de 2010

La sociedad de los voluntarios muertos…

Estoy impresionado, por no decir aterrado. En menos de un mes he tenido la oportunidad de leer seis documentos distintos, pero todos con un denominador común: vacíos conceptuales de fondo, muy de fondo…

“Y bueno” - dirán algunos- “eso es normal: no todo lo que se escribe sirve”… Pero a mi me sigue alarmando.

¿Por qué?

Sencilla y llanamente porque todos los escritos a los que estoy haciendo referencia provienen de un grupo de adultos pertenecientes a una misma organización voluntaria y, tristemente, desempeñan funciones en diferentes niveles de la estructura -desde la base hasta la punta- y, además, ostentan –presuntamente- diferentes niveles de preparación para haber llegado a los mismos.

“Pero bueno” –dirán, de nuevo, algunos- “al fin y al cabo son voluntarios, no puedes esperar grandes obras literarias, ya que dan de su tiempo, trabajo y talento [1] de buena gana e intención para escribir y hacer las cosas”.

Y tienen razón –quizás- los que piensen así. Pero nadie espera grandes obras literarias, ni excesivo talento, pero algo de conocimiento básico en el oficio que pretenden desempeñar.

¿Ser voluntario lo habilita a uno para escribir y hacer cualquier cosa, bajo ese pretexto? He ahí la pregunta. “Es que no hay muchos voluntarios y no se puede exigir demasiado”, es una respuesta común en este caso en las organizaciones. Y vaya que pueden tener razón…lo explica, pero no lo justifica

No justifica, bajo ninguna circunstancia que, quienes estén ejerciendo acciones voluntarias, lo hagan de cualquier forma. Es garrafal e imperdonable: con ellos mismos y con la organización que representan o, al menos, en cuyo nombre actúan.

¿Cuál puede ser el origen de esto? Muchas veces me lo he preguntado. Se me vienen a la mente dos posibles respuestas (problemas) [2]:

  • Los voluntarios no sienten y reflejan como propios los valores y métodos institucionales. (Causas primarias para ello: falta de documentación institucional adecuada; inapropiados procesos de inducción y formación; inapropiada motivación de los voluntarios [3])
  • Los voluntarios no son los requeridos para la organización. (Causa primaria para ello: no se establecen, verifican y aplican perfiles adecuados. Causa secundaria: la formación de las personas en sus ámbitos personales y profesionales es insuficiente)

Y bueno. Para la organización en cuestión: puede que haya un poco del primero, pero considero que se trata, especialmente, del segundo caso. La lógica del voluntariado en Colombia –infortunadamente- conduce a que cualquier persona es buena, simplemente por el hecho de que hay déficit de voluntarios.

Y ahí es -de nuevo- donde uno tiene que leer las barbaridades que producen, en su tiempo libre; con su trabajo errado y su talento insuficiente…

¿Cómo atacar –o resolver- el problema? Mmmh… ¿se deberán efectuar cambios estructurales? - Por supuesto. Pero lo más importante: encontrar y tener la berraquera para enfrentar el segundo problema (calidad y perfiles de los voluntarios). ¿Duele? - Seguramente, y de manera particular le dolerá a los mediocres, a los que sobran . ¿Es popular? - De seguro que no: estas organizaciones viven -¿o sobreviven?- gracias a su afán de mantener la popularidad de sus integrantes –paquidérmicamente- y rara vez, en su conjunto, reconocen los procesos reales de cambio.

Perversamente, el líder que se aleje de ese concepto de "mantener y reconocer" a los no idóneos será marcartizado… y anulado... y así tendremos que seguir leyendo las barbaridades a las que me refería. Es una sociedad de voluntarios muertos, de gentes y gentiles sin calificar, de mediocres, de comités pomposos que nada saben, pero sostienen sus estructuras paquidérmicas…

¡Lástima, de verdad! Porque creo que en el campo del voluntariado se pueden hacer muchas cosas… pero bien hechas… sin tener que leer tanta barbaridad, sino con un espíritu real de querer y poder hacer cosas buenas y bien hechas …

[1] definición de voluntario, según la ley 720 de 2001- véase la nota relacionada http://saposylacayos.blogspot.com/2010/12/entre-voluntarios-y-muchachitas-para.html
[2] aplicando la lógica del “árbol de problemas y objetivos”, conforme a un concepto claro de planeación estratégica …
[3] véase de nuevo la referida nota http://saposylacayos.blogspot.com/2010/12/entre-voluntarios-y-muchachitas-para.html


viernes, 10 de diciembre de 2010

Los realities

Me imagino que todos sabemos a qué me refiero: a esa desgracia televisiva en donde unos extraños se exponen públicamente, pasan por toda suerte de pruebas, con el único fin de ganar algún premio, generalmente económico. El tema se me vino a la mente en estos días gracias a una amiga que comparte la misma pasión por este grandioso género, especialmente porque en la actualidad en Colombia se está pasando –de nuevo- una versión de “protagonistas de novela”, claro que se llama ligeramente diferente. No lo he visto detenidamente, la única vez -para ser honesto- durante una noche en mis vacaciones recientes en donde en el televisor que estaba a mano solamente entraban los canales nacionales y… vaya, sigue siendo la misma estupidez de siempre…. ¿Me imagino que se acuerdan de la famosa frase: “yo te amenazo porque…”?… y desconozco las capacidades “actorales” de quienes estén participando, pero de seguro el resultado será similar al de unos años atrás cuando ganó un tal Jaider, del cual –por fortuna- jamás volvimos a saber ni ver en la televisión… en fin…

Claro que admiro la personalidad de quiénes se someten a ese escarmiento y también me compadezco de ellos por hacerlo … y bueno, por supuesto, también me compadezco de las pobres almas que sagradamente se sientan frente al televisor todas las noches para ver a su nuevos ídolos sufrir por ellos…

Son muchos los formatos que se han inventado a partir de ese burdo experimento con el que incursionó MTV a inicios de la década de los 90 y que posteriormente se consagró en un nuevo formato como “El Gran Hermano” (¿recuerdan esa voz en off que sepulcralmente decía: “habitantes de la casa: les habla el gran hermano”, haciendo un triste remedo de la gran obra de George Orwell “1984”?). Afortunadamente no todos los formatos han llegado a nuestro país, o al menos no en forma de producción nacional… claro que, ¿gracias? a la televisión por cable tenemos la “dicha” de poder ver de todo, de otros países…

Y admito que no siempre son malos. Sirven para poder llenar los huecos de la cultura general que uno puede tener. Por ejemplo, me acuerdo de un capítulo de “Los Simpsons” de unos años atrás en donde viajaron al Japón y se quedaron sin plata y su única opción fue la de participar en un concurso de televisión nipón donde tuvieron que hacer cualquier cantidad de salvajadas ante la risa complacida de los espectadores, del presentador y de los jueces hasta que finalmente pudieron obtener su tiquete de regreso a su país. El capítulo fue hilarante y admito que realmente no lo había entendido completamente hasta que en estos días tuve la fortuna de ver un episodio de un reality de los EEUU que se llama “I Survived a Japanese Game Show”… y gracias a esa emisión se me llenó ese vacío de cultura que tenía y entender el capítulo de Los Simpsons y –lo que es peor- entender que no estaban exagerando para nada: es una barbaridad la mano de cosas que hacen, y como reacciona el presentador y los jueces y el público… en fin…

Además de los anteriores, un listado rápido, al menos de los que me acuerdo, haber escuchado o visto la publicidad e –infortunadamente- algunos episodios esporádicos en Colombia:
  • Expedición Robinson, que también se manejó como La isla de los famosos y como El Desafío…
  • La Granja
  • Las pop-stars (cariñosamente también llamado las popó-stars)
  • Factor X y su “hijito” Factor XS
  • Bailando por un sueño
  • Frente al miedo (el “Fear Factor” de otros países, pero bien a la criolla, incluido el presentador…)
  • El aprendiz

Y lo más triste en nuestro país es la mediocre suma de dinero por la que los participantes colombianos se someten a los vejámenes de los productores de turno. Porque hay que admitir: en otros lares al menos obtienen una buena cantidad de plata (¡de varios cientos de miles de dólares!), pero acá lo hacen por nada: revolcarse en heces y comer carne descompuesta, por ejemplo, ¿para optar por diez millones de pesos? Muchas gracias, pero no…uff…

Pero estos realities que mencioné, por supuesto, no agotan la materia… al menos la fecal que aparentemente tienen en vez de cerebro algunos directores de estos shows. Han incursionado en todos los campos: en el deporte (buscando un nuevo crack de fútbol), en la culinaria (¿han visto “Hell’s Kitchen”?), en la salud (verdaderos “hipopótamos” tratando semanalmente de bajar peso parándose sobre una “balanza de la verdad” para verificar que bajaron los 30 gramos que se habían comprometido) , en la recomposición estética (¿se acuerdan del “cambio radical” de Higuita? ), en el modelaje (la siguiente top model) , en el amor (¿les suena el de unas señoritas que competían para ver cuál era la más zorra y se quedaba al final con un codiciado y rico soltero que, a la postre resultó ser un modesto mecánico de un taller?), …y hasta en hacer el amor (así se rían, el otro día casi no lo pude creer cuando en un canal - y aclaro que no era un canal xxx- estaban pasando apartes de un reality para encontrar una nueva estrella porno…)… en fin…

Hay para todos los gustos. Y si los hay, por supuesto, es porque los ven. Sorprende ver que algunas personas se encuentran alienadas de la realidad gracias al reality de moda. Por ejemplo, el país en este momento está atravesando por una de sus peores catástrofes invernales en muchos años y hablando con alguien el otro día le expresaba mi indignación por la inundación. Y me respondió: “sí, es terrible lo que le pasó al pobre Cristian” – “¿Cristian?” pregunté, tratando de ubicar algún drama reciente con un damnificado con ese nombre… “Sí, Cristian, el de Protagonistas de nuestra tele… un desgraciado le inundó la cama con agua y el pobre no pudo dormir toda la noche”...

En fin… ¡Que tengan un feliz fin de semana!


martes, 7 de diciembre de 2010

Entre voluntarios y muchachitas para todo…

El 5 de diciembre pasado se celebró el “día internacional del voluntario” proclamado en 1985 por la Organización de las Naciones Unidas  … y en Colombia también -muy originalmente, como siempre-, se estableció, 20 años después -mediante el decreto 4290 de 2005 de la Presidencia de la República- que se celebrara el “día del voluntario” en la misma fecha. En fin...

Y bueno, entremos en materia: según la ley 720 de 2001 - por medio de la cual se reconoce, promueve y regula la acción voluntaria de los ciudadanos colombianos-, se considera que un voluntario “es toda persona natural que libre y responsablemente, sin recibir remuneración de carácter laboral, ofrece tiempo, trabajo y talento para la construcción del bien común en forma individual o colectiva, en organizaciones públicas o privadas o fuera de ellas”.

Tiempo, trabajo y talento… Gran cosa. Mucha cosa, de verdad, si se considera qué poco se reconoce… Alguien me decía alguna vez que entre un voluntario y una "muchachita para todo" no había diferencia. Y discrepé… Al fin y al cabo, una muchachita para todo estaba dispuesta para hacer de todo por poca paga, mientras que un voluntario lo hacía por ninguna… mmmh… caramba, que coincidencia… ¡Y quiero poner el dedo en la llaga!

Claro, dirán algunos, la característica del voluntario es precisamente esa: trabajar sin esperar pago alguno por ello. Pero eso no es del todo cierto. ¿Por qué un voluntario hace lo que hace? Hay muchos estudios en ese contexto, nada nuevos, por demás. Hablan de la necesidad personal de ayudar a otros, de hacer algo útil, de conocer nuevas experiencias, de relacionarse con gente similar, de la necesidad personal de mejorar la sociedad, de sentirse bien…

En varias de las capacitaciones que imparto he insistido en que ser voluntario es una forma de vida, que obedece a una escala de valores, inmersa y aceptada, de manera permanente. Por supuesto, uno puede brindar un servicio o ser solidario con una causa, pero eso no lo convierte a uno en voluntario. Entonces, el voluntariado está íntimamente ligado con un quehacer institucional, que representa esos valores morales y éticos que invitan a la acción voluntaria. Y ese quehacer debe estar basado y ser entendido por la organización en una relación recíproca perfectamente balanceada con el voluntario entre el dar y el recibir.

Mmmh… me explico: el voluntario da tiempo, trabajo y talento y recibe ¿qué?... Por supuesto: en el corto e inmediato plazo las satisfacciones anteriormente descritas pero, en el largo plazo no será suficiente para hacer sostenible el trabajo voluntario. Muchas veces la trillada respuesta de “se quemó” ante la pregunta del porqué fulano de tal no continuó siendo voluntario, lo explica. Simplemente se quemó porque –y es apenas obvio conforme a la naturaleza humana- la relación entre dar y recibir se quebró : el voluntario ya no siente que está recibiendo conforme a lo que está dando.

¿Recibiendo qué? A esta altura debería estar claro que no se trata de remuneración económica, sino de la satisfacción de sus motivaciones para efectuar su trabajo voluntario. Por ejemplo, un voluntario puede recibir conocimiento, amistad, experiencia o la adquisición de nuevas habilidades, pero –especial y tácitamente- espera recibir reconocimiento por su trabajo. ¿Reconocimiento? Sí, eso: en unos casos una palmadita en el hombro acompañada de una expresión de “gracias”, en otros una real y sentida exaltación pública de la labor bien hecha.

"A los voluntarios les gusta permanecer anónimos" - dirán algunos. Y discrepo, al menos parcialmente. De seguro, en algunos casos puede ser así, especialmente cuando de donaciones económicas se trata –aún cuando me queda la sospecha sobre si esa filantropía anónima no obedece más que a las “motivaciones” de evitar que otros empiecen a hacer fila y pedir también-. Pero de manera general, mis observaciones y experiencia conducen a afirmar que siempre será por esa relación recíproca de dar y recibir: recibir satisfacción a sus motivaciones personales por lo que da de su tiempo, trabajo y talento.

En fin. Lo dicho: pueden ser muchas las motivaciones de un voluntario. Y por ello, las organizaciones voluntarias (siempre y cuando sean hábiles e inteligentes), arreglan una serie de estímulos o reconocimientos adicionales, para satisfacer esas motivaciones personales de los voluntarios. Entienden que mantener el voluntariado requiere de una inversión. Entienden que el voluntario no es una muchachita para todo, sino que hay que comprender las motivaciones de cada uno de los voluntarios y responden de manera adecuada a las mismas; evitan que se queme. Y lo hacen de manera oportuna.

Se me viene a la memoria cuando estaba cursando mi pregrado en la universidad. En la asignatura “Administración de Negocios” vimos el llamado modelo JAT –Justo A Tiempo- que se “fundamenta principalmente en la reducción del desperdicio y por supuesto en la calidad de los productos o servicios, a través de un profundo compromiso (lealtad) de todos y cada uno de los integrantes de la organización así como una fuerte orientación a sus tareas (involucramiento en el trabajo), que de una u otra forma se va a derivar en una mayor productividad, menores costos, calidad, mayor satisfacción del cliente, mayores ventas y muy probablemente mayores utilidades” [1].

Parte de esta filosofía se basa en el manejo de “cero inventarios” que, por supuesto, no tiene nada que ver con el manejo de las organizaciones voluntarias. Y obvio, si bien éstas no son “negocios” en el sentido de la palabra, sí son empresas que arrojan dividendos sociales y que financian sus estructuras y funcionamiento a través de donaciones o proyectos, desarrollados en la gran mayoría de los casos mediante su personal voluntario -pero analizar esto puede ser tema de otra columna-.

¿Por qué lo traigo a colación? Simplemente porque considero que el modelo JAT aplica a todas las organizaciones voluntarias, precisamente en ese “pequeño” detalle: profundo compromiso (lealtad) de todos y cada uno de los integrantes de la organización. Y eso, reitero, solamente se logra respondiendo a las motivaciones de los voluntarios y, parafraseando, haciéndolo justo a tiempo, en el momento y lugar que corresponde, por quién corresponde y a quién corresponde.

Claro que entendido de manera adecuada. No se trata de dar cualquier cosa o brindar cualquier estímulo o reconocimiento, ni mucho menos pensar que por ello el voluntario está recibiendo lo que se merece. Para ejemplificarlo: la peor desgracia de algunas organizaciones voluntarias son sus mal llamados “comités de estímulos y reconocimientos”, compuesto por honorables ancianos que, adrede, no lo llegaron a ser voluntariamente: estimulan precisamente todo lo contario… no deberían existir…

En aquellas instituciones, generalmente, no existe respuesta adecuada a esa reciprocidad evidente entre dar y recibir para el voluntario porque, ni el famoso comité sabe a quién o qué exalta -ni cuales son las motivaciones reales que indujeron a su acción-, ni el voluntario percibe como legítimo y “sentido” ese reconocimiento. Muchas veces, los “honorables” se enredan en una suerte de marañas administrativas y de orden personal (dado que tienen la facultad de decidir el otorgamiento del reconocimiento, hasta rayan en lo ridículo: dan reconocimientos desmedidos a quiénes “no los merecen”, e ignoran a quiénes sí, amén de la fingida pomposidad con la que en eventos públicos los integrantes de esos comités pretenden lucirse personalmente, pretendiendo mostrar su benevolencia y, ocultamente, su poder de decidir sobre quién ha hecho algo bien y quién no)…

Efectivamente un tema delicado, que debería motivar a la reflexión de esas organizaciones sobre el sostenimiento de estos comités, dado que esa facultad debería estar directamente en manos de quiénes sí conocen de la labor del voluntario… Pero, más allá, quiero hacer un llamado a las organizaciones que trabajan con voluntarios para estudiar a fondo las motivaciones de sus voluntarios (valga la redundancia), para dar respuesta adecuada al “dar y recibir”, en el momento preciso. De lo contrario, presumo, no serán sostenibles en el largo plazo.

El tiempo, trabajo y talento es un recurso precioso y no infinito. Lo dicho: requiere de inversión el fomentar y mantenerlo. Podrá haber muchos voluntarios, pero si no se implementan modelos adecuados, la renovación permanente del personal voluntario y las inversiones que esto conlleva en nuevas capacitaciones y formación sobre el sentir institucional, hará torpe e ineficiente a las organizaciones voluntarias.

En fin. Viva el voluntariado y felicitaciones a todos los que lo practican; gracias por invertir -de nuevo- su tiempo, trabajo y talento.


[1] http://www.monografias.com/trabajos6/juti/juti.shtml

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Sobre el soborno y otras desgracias

Ayer la corporación Transparencia por Colombia [1] publicó los resultados de la “Segunda Encuesta sobre Prácticas contra el Soborno en Empresas Colombianas” [2], estudio realizado en conjunto con la Universidad Externado de Colombia.

Los resultados de la encuesta completa se pueden leer y descargar en su sitio institucional y vale la pena leerlos –de seguro reveladores para algunos lectores de mi blog- . Me llamaron la atención dos frases –que cito textualmente del documento oficial-:

- En la Primera encuesta, el 91% de los encuestados percibía que los empresarios ofrecían sobornos en sus relaciones de negocios; en la Segunda encuesta, el porcentaje aumentó al 93% [3]; y

- Detener este fenómeno requerirá tiempo y un compromiso decidido de los empresarios, el gobierno y la sociedad civil [4].

Me atrevo a formular, en ese contexto, la siguiente pregunta: ¿qué percepción tenemos nosotros? ¿Creemos que alguien cercano a nosotros está ofreciendo las famosas coimas para salir adelante? Y bueno: no quiero aventurar resultados, pero… en fin… así somos nosotros los colombianos dirán algunos… si yo no lo hago, otros lo harán… y bla, bla, bla…

Pero no quiero entrar a escudriñar los valores éticos y morales que puedan tener todos, algunos o ningunos… pero sí lo quiero conectar con algo que –para algunos será un adefesio estadístico-, pero que a me da unas pistas, alarmantes y preocupantes, por demás:

En un campo, aparentemente disconexo, hace 19 años se hacían preguntas similares a personas ajenas a la actividad empresarial. Y nueve años después se volvieron a formular. Y después de eso, jamás se volvieron a preguntar. Me refiero a las encuestas de juventud [5], realizadas –reitero en su momento- entre personas entre los 12 y 26 años [6]. Sorprende ver como en “esas” épocas la situación actual se veía venir:

Ante la pregunta de “las cosas que hace la gente y que se pueden aceptar” salen en el 2000 las respuestas de los que “nunca” se podría aceptar y: un escaso 49% decía que era legítimo copiar en un examen…. (recordemos que estamos hablando de 10 años atrás).

Sobre evadir impuestos o cumplir las reglas no voy a hablar, que es más triste aún...

“Hablar mentiras es aceptable”, que en 1991 apenas era un 28% y en el 2000 fue un 51%!!

Y sobre el soborno a funcionarios: en 1991 un 9% decía que era legítimo, en el 2000 el 13% lo hizo… ¿qué pasó?

Señoras y señores: no quiero sacar conclusiones (para eso hay expertos)… pero igual no hay instrumentos más recientes (¿más de 10 años sin medir resultados actuales? ¿mediocridad de los gobiernos de turno?)…. Me parece que la tendencia está en aumento, muy contra a mi pesar…

En el año 2000 un 9% de los jóvenes dijo que llevarse "algo de un almacén sin pagarlo" era aceptable, en 1991 solo el 7% de los encuestados lo pensó. Y en el año 2000 un 4.7% le hubiera gustado que le enseñaran en su colegio/escuela/universidad sobre ética y valores, cosa que no les estaban enseñando...

En el año 2000 un 13% de los encuestados consideraba que para tener éxito en la vida era importante pertenecer a familias influyentes o conocer personas importantes.... ¿y nos sorprendemos hoy con los resultados de Transparencia por Colombia?

La conexión es fácil: los encuestados en 1991 o 2000 son los empresarios de hoy.... y vaya que han hecho falta las políticas estatales para contrarestar estos resultados... Transparencia por Colombia hoy llama de nuevo la atención que "detener este fenómeno requerirá tiempo y un compromiso decidido de los empresarios, el gobierno y la sociedad civil".... pero, ¿qué hacer si en más de 20 años se sigue sin hacer nada?


[1] http://www.transparenciacolombia.org.co/
[2] la primera versión se efectuó en el año 2008
[3] Yepes López, Gustavo A. Yepes López y otros: “Segunda encuesta nacional sobre prácticas contra el soborno en empresas colombianas - –Resultados–“, Corporación Transparencia por Colombia, pag 52,
[4] pag 6., op cit
[5] “Los Jóvenes en Colombia Expectativas y Realidades”, Instituto de Opinión Nacional, 1991 y Encuesta Nacional de Juventud, Programa Presidencial Colombia Joven, 2000.
[6] tristemente solo los gobiernos Gaviria y Pastrana se interesaron por escudriñar factores clave para fortalecer la sociedad: ni Samper, ni Uribe, ni ….

sábado, 27 de noviembre de 2010

Viaje a Ciudad Perdida

Muy a las 9:30 de la mañana del primer día nos encontramos en el centro de Santa Marta, Colombia. Ahí estaba “Marrón”, el conductor de la prometida "van"… ¿van? ¿eso?” …Nuestros morrales fueron montados en la parilla de la Toyota “Land Cruiser” de los años sesenta y trece personas nos acomodamos en él. Debajo de las sillas estaban los plátanos, naranjas, patillas y melones. En el techo iban los demás alimentos, la carne, el pollo y también los huevos, como cuatro bandejas de ellas. Una mirada rápida: dos belgas, dos holandeses, dos australianos, un inglés, un irlandés, un mexicano, una alemana y nosotros, los únicos tres colombianos. Edad promedio de los demás acompañantes: 25 años.
Salimos de Santa Marta: carretera central. Después de una hora y pico de recorrido llegamos a la “Entrada de la Aguacatera” donde termina el idilio del pavimento perfecto. Paramos, estiramos las piernas entumecidas, nos subimos de nuevo y a sacudirse de nuevo. Dos centímetros de espuma cristalizada del colchón del asiento ya no son suficientes. Emprendemos la subida a “Machete Pelao”, nuestro siguiente destino. Y vaya que se necesitaba un jeep para subir esa trocha: un verdadero desafío para los riñones… y los huevos que van en el techo (y los que van en la cabina también).

El jeep se zarandea; uno se golpea la cabeza contra el techo de la cabina del vejusto campero, se pisan los pies del que está sentado al frente. Hay veces pensaba que el mantenimiento de la trocha estaba en manos del Samuel Moreno y el Grupo Nule … en fin. La primera tortura de este viaje. Son 12 km interminables. Claro: se podrían caminar, pero, así no lo crean, andar en esta cosa es una bendición. Finalmente llegamos a “Machetes” (otro nombre para lo mismo). Nos espera un almuerzo light: unas bandejas con jamón, queso, lechuga, cebolla, tomate, salsa rosada y pan blandito, para que cada cual arme su sándwich.

“¿Estamos listos?” es la pregunta que nos hace José “Chelo” Gallego, el guía principal. –Qué machera de personaje, por demás: servicial, amigable, experimentado-. Y arrancamos. Las mulas se adelantan (se me olvidaba decir que algunos optamos por mandar parte del equipo sobre estos nobles animales). Y el camino se abre ante nosotros: primero una trocha amplia mientras salimos de “Machetes”, pero pronto se vuelve un caminito. Primer cruce de un río (de tantos que nos tocaría cruzar). Juiciosamente paramos, nos quitamos botas y medias y nos pusimos las zapatillas para agua. Y créanme: no hay nada más terrible que caminar con zapatos mojados, se sancochan los pies, salen callos y ampollas. Algunos de nuestros acompañantes –sin mayor agüero- lo hicieron y lo lamentaron después. En fin: nos quitamos medias (siempre deben ser dos pares que uno debe tener puestas en estas marchas) y las botas. Y con las mismas en mano, cruzamos el frío torrente.

Y arrancamos de nuevo. Subida entre piedras, fango y arcilla. Y bajadas igual. El paisaje lo embriaga a uno: tanta montaña, bosque, vegetación. Paisajes espectaculares.
  
A medida que vamos caminando, se abren los escenarios, majestuosos e indescriptibles. Patinamos en la arcilla roja y aprovechamos para explicarle a nuestros nuevos amigos que es la que se usa en el popular juego nacional: el tejo. Lo más triste es que solo son 8 kilómetros, pero bien sentidos en los gemelos durante las 4 horas que dura el trayecto…   
Sobre el ocaso llegamos al primer campamento: “Huonduras” o donde "Adán”, el dueño de las cabañas donde nos quedamos la primera noche. Según Chelo, nos encontramos a 525 msnm. Y con una humedad agobiante. La ropa emparamada por el sudor y las lluvias durante el trayecto no tiene forma de secarse.

Aprovechamos la noche para conocernos un poco más. El inglés saca una botella de litro de Ron Medellín y departimos un rato, conociendo las demás aventuras que han tenido estos mochileros que se han dedicado a recorrer gran parte de los lugares turísticos de Suramérica. Pregunto sobre cómo llegaron a Colombia y me comentan que en los hostales de Ecuador otros mochileros les han hablado maravillas de este recorrido. El australiano complementa que en la actualidad Ciudad Perdida es el lugar número uno que quieren conocer los jóvenes australianos. Y es curioso: de otros países viene por hordas a conocer este paraíso, pero los colombianos poco lo hacemos. Según los guías, de aproximadamente 1500 turistas que pueden estar subiendo hacia Ciudad Perdida, quizás solo 50 somos colombianos; y de ellos la gran mayoría vienen porque están casados con algún extranjero. Qué tristeza.

El irlandés me comenta que está asombrado con las instalaciones sanitarias. Recuerda que cuando hizo el recorrido del Camino Inca solamente se encontraban con letrinas y que, por supuesto, después de que los primeros 40 habían entrado, la experiencia era bastante traumática. Acá no: los sanitarios son decentes, limpios, con agua fluyente; y las duchas también muy buenas.

La dormida de la primera noche es en hamacas con toldillo, para evitar los mosquitos y el condenado gegén, y el tábano y las avispas y... Al amanecer nos levantamos, un frugal desayuno –he de anotar que la alimentación durante todo el trayecto es absolutamente espectacular, muy en contra de mis pronósticos iniciales- y a comenzar a caminar de nuevo.


Este trayecto hasta el siguiente campamento (Munaque) son 12 km, que se recorren en aproximadamente 6 horas. De nuevo ríos, piedras, fango, y cada vez vamos viendo como el camino deja de serlo y en algunas partes simplemente se transita entre las quebradas. Y sigue lloviendo a ratos, y la bruma envuelve las montañas y la frondosa vegetación. Una calma embriagante, interrumpida solamente por el sonido del agua en las quebradas y ríos, el canto de las aves y el croar de las ranas y bufos.
Munaque queda a unos 450 msnm, rodeado de cascadas que tímidamente caen entre las montañas, colindando con el río Buritaca, con su torrente cristalino, descubriendo miles de colores por las piedras y distintos tipos de cuarzos que se encuentran en la región. Esa noche ya nos encontramos con camas con toldillo. Pero sin luz eléctrica. “Honduras” es, de hecho, el último lugar en todo el recorrido con ese servicio. Así que la noche transcurre a la luz de la vela y acompañada del chispear de los fogones de leña en la cocina. Y la ropa extendida en los improvisados tendidos bajo el techo, sigue sin secarse. Y hasta acá también llegó el servicio de las mulas: a partir del siguiente día ya toca- forzosamente- echarse todo al hombro. Claro que se puede dejar parte del equipo en la cabaña y recogerla en el regreso, para alivianar la carga.
El tercer día nos recibe con un poco de sol. Un buen tinto acompañado de un cigarrillo mañanero, desayuno "poderoso", morrales al hombro y arrancamos. Caminados apenas unos cientos de metros nos encontramos con una de las tantas serpientes venenosas que veríamos en el camino. Y es momento de los guías para advertirnos de no tratar de caminar entre la maleza, sino procurar hacerlo siempre en el “camino” y así evitar sorpresas. Unos kilómetros más adelante divisamos la garrucha (como llaman a la tarabita allá), para cruzar el río. Y entre Enrique y Chelo (los dos guías), uno a cada orilla del cable de acero, van halando la frágil canastilla, en ambos sentidos, a una altura de 15 metros sobre el rugiente río. El camino nos sigue sorprendiendo con su majestuosa flora, árboles de quizás 400 años o más, lianas por doquier, flores de múltiples colores, helechos de todos los tipos, hongos de variados estilos y colores y orugas vistosas, arañas grandes y pequeñas, mariposas azules, naranjas, rojas, colonias de millones de hormigas… en fin: imposible describir la invasión de sensación de colores, olores, sonidos…
Ya a esta altura del camino, el mismo en muchas partes ya simplemente no existe: toca saltar sobre piedras, cruzar cascadas de agua, cuidar de no resbalarse sobre el musgo y la vegetación podrida, esquivar troncos a medio caer en el trayecto. Finalmente, después de superar los 13 kilómetros y tras 6 horas de recorrido, llegamos al tercer y último campamento: Paraiso Teyuna, ubicado a 800 msnm. De nuevo hamacas o camas, según el gusto del turista. Y observamos un terreno de piedras, palos y tierra removida. Nos explican que unos meses atrás una avalancha se llevó una de las cabañas donde pernoctaban antes los turistas. Afortunadamente en ese momento estaban sentados en el comedor y no hubo víctimas fatales, pero los equipos, ropa y cámaras fotográficas de varios miles de dólares quedaron bajo los escombros y el lodo. Ni modos de encontrarlos, ni imaginarse que ahí hubo una cabaña…
Amanece el cuarto día. Esta vez con sol pleno, apenas para la aventura esperada: la subida a Ciudad Perdida. Son 2 kilómetros los que nos separan de este otrora asentamiento, que se cubren en una hora. Parte del recorrido se hace subiendo por la “escalera”, remanente de los tayronas que vivieron allá entre 600 DC y aproximadamente 1500 y 1600 DC. Son –según los guías- alrededor de 1800 escalones que se suben en total, resbalosos, empinados, peligrosos. Y finalmente divisamos la primera terraza. Cada una de estas terrazas -se calcula que hay alrededor de unas 1500, pero apenas unas 250 han sido recuperadas- albergaba una choza para una familia, chozas de las cuales, por supuesto, ya no queda ninguna –solamente hay dos construidas recientemente para mostrar cómo debieron ser en esa época-.
Es alucinante: subir y caminar entre las terrazas, observar la perfección como se unieron las losas que las conforman, e imaginarse que todo lo hicieron a punta de piedra, ya que no conocían metal distinto al oro. Impresionante. Nos muestran uno de los tantos mapas que tallaron los tayronas en piedra, para que les sirviera como ubicación en la sierra. Mapas que igual le sirvieron a los guaqueros a mediados de los años setenta para descubrir este lugar y, tristemente, saquearlo, como sucede tantas veces. Llegamos a la terraza principal. La visión es espectacular. Se siente el porqué este era un lugar sagrado para ellos: simplemente una sensación eterna de paz y calma. Cada rincón encierra algo nuevo por descubrir, para no salir del asombro. Bajamos de nuevo, esta vez en parte por el camino que debían usar las mujeres en la época. Y es que era así: un camino principal (por el que subimos) que solo podían usar los hombres, y otro para las mujeres. En la escalera nos sorprende un cangrejo. Ni idea cómo hizo para subir tanto, pero no estaba muy feliz de nuestra presencia.
Llegamos de nuevo a Paraiso Teyuna –se me olvidaba decir que es “administrada” por el mamo Romualdo, jefe de esa parte del resguardo indígena-, un almuerzo light de nuevo, mochilas al hombro y retomar el camino de regreso hasta el segundo campamento, donde llegamos agotados al finalizar la tarde, tras 17 kilómetros de recorrido total ese día. En la noche los guías nos sorprenden con una atención especial: dos botellas de vino espumoso, para celebrar el logro. Para algunos esta será la última noche en la Sierra Nevada de Santa Marta, ya que en el día siguiente harán el resto de los 20 kilómetros en una sola tanda hasta Machete Pelao. Para nosotros no: habíamos decidido hacer la bajada más suave y quedarnos durante el quinto día donde Adán y disfrutar la piscina natural y el la última oportunidad de sentir la naturaleza.

Finalmente amanece el sexto día. Toda la tarde y noche anterior había llovido torrencialmente. Incluso nos compadecimos con un grupo de 14 turistas alemanes que llegaron la noche anterior, embarrados, magullados… y pensar lo que les hacía falta todavía. Y estábamos también preocupados: en algún momento el recorrido entre el tercer y el segundo campamento se nos perdió una bolsa que contenía una billetera con documentos, tarjetas bancarias y un teléfono celular. Si bien ya se había mandado razón con los guías y con un “mototaxi” (así llaman allá a los portadores, aún cuando de moto no tienen nada), que estaban de subida, no habíamos recibido razón aún si alguien la había encontrado. Y ni modos de llamar para bloquear las claves: durante todo el trayecto no existe señal de celular, ni radios, ni teléfonos ni nada…

Hay dos motivos por los cuales es difícil creer que la Sierra Nevada quede en Colombia: el idioma y la honestidad. El idioma oficial parece ser el inglés o, al menos, una suerte de “espanglish”. Como será, que hasta el aviso de bienvenida en el último campamento está escrito exclusivamente en esa lengua. Por otro lado nos sorprendió toparnos, a escasos 2 kilómetros de nuestro regreso a Machete Pelao, con un guía distinto -que venía de bajada- buscándonos con una bolsa en su mano que contenía la billetera y celular extraviados; las tarjetas de crédito y débito estaban completas, así como la plata. Ya Chelo nos había calmado diciendo que estuviéramos tranquilos, que eso aparecería. Y hasta no verlo, honestamente, no lo pude creer…
El regreso a Santa Marta fue en una Nissan y con un aguacero impresionante. Se enterró dos veces en la trocha de bajada, pero finalmente llegamos, felices de haber vivido esta dura, pero una berraquera de experiencia. Si no la han hecho, se las recomiendo, de verdad.

Post scriptum: tanto antes de salir de viaje, como después de publicada esta nota, muchas personas me han preguntado sobre la presencia de grupos armados ilegales en la zona y el riesgo de este viaje por ello. De hecho, durante el trayecto alguno de los extranjeros me narró que le hicieron, antes de venirse, la pregunta: "¿Colombia? ¿estás loco? ¿qué vas a hacer a Colombia?" (tal cual como aparece en el famoso video de Colombia es Pasión)... y bueno, parafraseando, a mí me habían hecho el mismo cuestionamiento sobre ir a la Sierra Nevada de Santa Marta... ¿Qué puedo decir? Simplemente que no sé si hay o no Farc, Eln, Autodefensas o Paras o grupos por el estilo por allá. Lo que sí puedo decir es que no nos topamos con ninguno de ellos... Y para tranquilidad de todos: solamente al regreso tuvimos la oportunidad de toparnos en el camino con personas armadas: se trataba del Batallón de Alta Montaña que hace un par de años está apostado allá.

Recomendaciones para los que quieran hacer el trayecto:
Se puede hacer en 3, 4, 5 ó 6 días. Todo depende de lo mucho que se quiera caminar por día. Pienso que el de cinco días es una buena opción. Igual cuesta los mismo: alrededor de 600 mil pesos, si se incluye el servicio de mula para la subida y bajada de equipo hasta los primeros dos campamentos.

Los guías son clave. Mi experiencia con José "Chelo" Gallego (cel: 315 6499121 – cel esposa María: 318 7445598) y Enrique Guerrero (314 5687336) me permite recomendarlos ampliamente.

No lleven mucho equipo. Básicamente un buen par de botas para caminar –ojalá resistentes al agua-, unas zapatillas de “playa” para cruzar los ríos, unos cuatro o seis pares de medias gruesas de algodón, dos o tres mudas de ropa (una de ellas para ser usada seca para por las noches), repelente contra los mosquitos, bloqueador solar, una pava o cachucha, sleeping bag (aún cuando en todas las cabañas ofrecen cobijas, podrán imaginarse un poco el olor que pueden tener después de abrigar a tantos turistas…), linterna, barras de chocolate para el camino, cantimplora con agua y pastillas purificadoras para la misma, y un buen morral. Por supuesto, todo empacado en bolsas… ah, y un buen bastón para caminar. Es la herramienta más útil que se pueden conseguir por esos lados…