martes, 5 de agosto de 2014

Gobernanza


El dedo en la llaga lo puso Daniel Coronell. Su columna en la Revista Semana  “Gerentes y directores” [1] puso, de nuevo, el tema sobre el tapete: la separación de poderes. Afirma Coronell que “Hollman no está respetando la separación entre la administración y el contenido periodístico.” 

Y continúa diciendo dice que la salida de un director de un programa (Mauricio Arroyave) por su rumbo informativo fue influenciada por el área administrativa (Hollman Morris), sin respetar la independencia editorial y autonomía periodística.

Y sentencia Coronell:” La salida del periodista Mauricio Arroyave, director de El Primer Café del Canal Capital, evidenció –tristemente– que Hollman no está respetando la separación entre la administración y el contenido periodístico.”

Cosa complicada. No cuestiona Coronell las capacidades de quien es el Gerente del Canal (afirma que le consta lo buen periodista que es),  sino su aparente pretensión de querer guiar el rumbo informativo de los programas periodísticos del medio.

Y esto me lleva al cuestionamiento de esta columna: la gobernanza existente en nuestras organizaciones, sean públicas o privadas, con o sin ánimo de lucro. Eso mismo: La Gobernanza, con letras mayúsculas, como referente permanente de aquel dicho sencillo de “zapatero a tus zapatos”.

He tenido oportunidad de ver muchas organizaciones funcionando, operando, ejerciendo, haciendo “sus” cosas, diríamos. Y todas, siempre, se caracterizan, por una composición elemental: los “que mandan” y los “mandados”. En una organización medianamente constituida y de tamaño: el gerente y su(s) director(es).

El director y su equipo de trabajo son los técnicos, los que reúnen el conocimiento, el know how del negocio, la forma de hacer las cosas. Los gerentes, por su lado,  establecen las pautas, las metas. Son estos últimos los designados, en algunos casos constituidos en forma de cuerpos colegiados,  más amplios (derivados generalmente en forma de asambleas) para ser garantes que la misión institucional que se va a cumplir… mas no designados para decidir el “cómo” se va a cumplir la meta: eso le corresponde al Director y su equipo.

Existe mucha literatura sobre gobernanza. Muchas teorías y formas de describirla. Para mí, la forma más sencilla de entender la gobernanza es la siguiente:  es la sutil barrera que existe entre el gobierno y la operación de una institución. Pero, como buena práctica, para calificarlo de alguna manera, no se puede gobernar y operar al mismo tiempo. Sería ser Juez y parte simultáneamente. Y decidir y ejecutar al mismo tiempo, al menos en términos corporativos, siempre ha sido una mala práctica. Se pierde la garantía de la transparencia, el equilibrio en las decisiones.

Como bien lo dice Coronell, para el caso de los medios de comunicación, “esa frontera es la que garantiza que la información que reciba una comunidad no esté sesgada por las conveniencias comerciales –o políticas– de la empresa que las emite.”

Lo anterior es claro, o al menos debería serlo, en un contexto normal. Pero agrega Coronell un ingrediente adicional, fundamental a mi juicio, al decir que “el gerente es el gerente y el director es el director, sin importar cuál sea la profesión del gerente.”

Y es que todo este affaire se produjo, aparentemente, porque Gerente y Director tienen la misma profesión. Y ambos la dominan, son maestros en ella, según entiendo. Lo cual es muy bueno, pensaría uno. Y sí, sería muy bueno, si se aplicara la práctica de la buena gobernanza: “zapatero a tus zapatos”.

Puede que yo, como Gerente, sepa mucho (o hasta más) que el Director que nombré (o alguien “que nombré” –eso del “yo” o “me” es irrelevante-). Sí sé más, fabuloso, bienvenido, me ayudará seguramente a tomar decisiones más acertadas  en el momento de establecer las políticas, ejercer un mejor control político de lo que sucede en la organización… pero, de ahí a que me faculte a reemplazar al Director por discrepancias en la operación y empezar a operar las acciones directamente, ahí sí, falta mucho.

Es una lástima que como profesionales nos sintamos tan fácilmente seducidos de querer solucionar todo, de estar al frente de todo. Es nuestra naturaleza humana, pero no es lo deseable, ni bueno, ni útil. Ojalá Gerentes y Directores aprendamos a gerenciar y operar ecuánimemente, desde cada uno de los lados de la barrera, desde la óptica de cada cual, con las propias restricciones y limitaciones autoimpuestas. Por el bien organizacional, por el bien y en desarrollo de lo que nos comprometimos a hacer, cada uno, desde su frontera.