jueves, 28 de diciembre de 2023

Desempolvando recuerdos Scout - el inicio

Así, en singular, como debería ser, porque se es Scout una vez, y para toda la vida. Desempolvando, porque es eso: sacar de cajas y quitarles el polvo: no el de los años que, a mi pesar, ya son demasiados, sino simplemente porque muchas de estas cosas que voy a mostrar y hablar y que tenía guardadas en esas bolsas biodegradables y que, a la postre, ya están hechas polvo. Una miseria completa. Manos, brazos y ropa llenas de escamas de ese envoltorio que, después de tantos años de resistir estoicamente en una caja, al momento de sacarlas sucumbieron y se derritieron en mis manos… Como se lo dije a David hoy, cuando le entregué las pañoletas, ese polvito blanco parece caspa, pero no lo es.

Pero no es lo único que desempolvo… claro, la alegría de abrir cajas en el depósito donde tenía guardado todo esto, también me llevó a desempolvar este blog… blog que algunos conocieron como se llamaba en su inicio “Sapos y Lacayos”, cuyo nombre y origen muchos de esos “algunos”  todavía se acordarán, no importa, pero al que, finalmente, le cambié al nombre que tiene actualmente, para ser más, digamos, “políticamente correcto”, en un afán de autocensurarme porque, cuando comencé a trabajar en la Oficina Scout Mundial, no era buena idea ese nombre y, además, quizás tampoco lo eran algunos de los tópicos tratados en varias de mis columnas.

Amén de que, en ese momento, teníamos el sirirí de una publicación clandestina y anónima que se distribuía masivamente por correo electrónico y que alguien editaba -nunca supe quién- y que jodía por todo, en la que manos anónimas vociferaban, sin ningún rigor investigativo, acusaciones por doquier y que se llamaba “Scouts & Scoutismo”. Un fallido émulo de una publicación -esa sí seria- que existió décadas antes, de Octavio Yepes Gartner y otros grandes, que se distribuía mediante fotocopias y que se llamó “Azimut”, cuyo equipo editor sí conocí (y conozco, algunos no se han ido todavía) y que ponían dedos en la llaga en puntos neurálgicos de la asociación, todo con evidencias y pruebas. Pero esta columna no trata de “Azimut”, ni del pasquín “Scouts & Scoutismo”… todo esto merece otra columna,

Pero bueno, volviendo al tema y como comentaba, antes de mi llegada a Panamá, en mi blog escribía sobre lo que me apetecía, pero a partir de enero de 2012 debía cuidar más mi pensar, eso que llaman, de nuevo, “ser políticamente correcto”, motivo por el cual varias de mis columnas desaparecieron, están ahí, pero no disponibles, simplemente, porque hay que “cuidar” lo que se dice… No sé, quizás algún día las desempolve también, no será hoy y, claro, serán temas de otras columnas. Creo que hasta la ópera prima que dio origen a “Sapos & Lacayos” no está – no he revisado- esa será otra historia…

Igual, estoy divagando, y ya me enfoco de nuevo en el objeto de esta nota: de presentar cosas que, ni me acordaba, que existían y me trajeron enormes recuerdos cuando aproveché en estos días a abrir cajas selladas hace muchos años, guardadas en un zarzo en algún lugar de Colombia… y que ya entregué al Museo Scout. Bueno, para que allá David decida qué merece ser exhibido y qué no. Ah, para los que no sabían: hay un Museo Scout excelente, vale la pena ir a visitarlo. En el barrio El Retrepo en Bogotá. Comenzó dentro del “Museo del Cuero” con una simple vitrina y ya hoy tiene muchos más espacios dedicados a la historia Scout… y recibe grupos y personas interesadas en conocer de esa “goma” que es el escultismo.
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¿Dónde comienzo este recorrido? En lo más básico: mi ultimo uniforme de Lobato, incompleto, lamentablemente. ¿Qué me falta de ese uniforme de Lobato? Las dos estrellas metálicas que se pusieron en la gorra. Ni idea dónde se perdieron. Ya había abierto los “dos ojos”, por supuesto, porque fui “Tunjo Dorado” (el máximo adelanto en la Manada de esa época, otra historia que me tocará contarles) pero, en lo que tengo en mis manos hoy, nada de eso está. Bueno, sí tengo la insignia desgastada que un día me regaló Roberto Roldán, persona de la que aún no saben, pero ya les contaré. Quizás se perdieron en la gorra donde tenía muchos escudos y pines, que un ñero me robó hace muchos años en la autopista norte, cuando estaba caminado por ahí y me la rapó, me amenazó y me dijo que, si me iba a dejar “chuzar” por una gorra “pirobo” y, cual gacela, entre saltos cruzó los ocho carriles de la autopista norte, esquivando los carros, de un lado al otro.



















El Grupo Scout 6° "La Carolina" de la Región Cundinamarca (en ese momento Bogotá aún no existía como región scout) fue fundado por Humberto y Gloria Arango quienes, junto con su hija Claudia, recién habían culminado su curso Avanzado para la Insignia de Madera en el Campo escuela de "El Temprano", en Rionegro, Antioquia. Su compromiso para poder obtener la tan preciada insignia fue el de fundar un grupo scout, para lo cual tenían un año para cumplirlo. 

El barrio La Carolina en ese entonces no era lo que es hoy en día. Eran solamente casas y lotes vacíos, bordeado en el norte y en el oriente con el Country Club y el Polo Club, respectivamente. Al occidente estaba la carrera 15, y al sur la avenida calle 127. En conjunto, unas doce manzanas, donde muchas de ellas tenían potreros o lotes baldíos. Era más bien campestre, para esa época. Todos en el barrio nos conocíamos y todos salíamos a jugar juntos, a montar bicicleta o a jugar basquetbol o fútbol, elevar cometas, jugar tarro o todas esas cosas que hacíamos los niños de antes, cuando no había ni teléfonos celulares, ni internet y, además, solo tres canales de televisión que en las tardes solo pasaban novelas (los canales 7 y 9) o programación institucional y primaria por televisión en el canal 11.

La construcción del Unicentro de Bogotá, que para esa fecha apenas llevaba un año de inaugurado, atrajo mucho amigo de lo ajeno por el sector, motivo por el cual se había constituido años antes entre los residentes del barrio una Junta de Defensa Civil, se contrataron vigilantes y se hizo un cerramiento perimetral con rejas. La junta, además, era muy activa y organizaba bazares y otras actividades culturales y recreativas. Y mis padres eran miembros de esa junta. 

Humberto, Gloria y Claudia no eran residentes propiamente del barrio, pero sí vivían en un barrio aledaño. Entonces, armados con su compromiso de fundar un grupo scout, sabiendo que el barrio La Carolina era un buen semillero para ello, se acercaron a la Junta de Defensa Civil y les propusieron la idea. Y claro, la Junta encantada les dijo que sí. Y así, el sábado 8 de enero de 1977, muy a las 9 de la mañana, en una de las zonas verdes que colindaban con el Country, se efectuó la primera reunión. A muchos de nosotros, honestamente, nos llevaron obligados a esa reunión. Cuando en la casa nos habían comentado a mi hermano y a mí que se iba a crear un grupo scout y que nos iban a meter, hubo berrinche. Claro, yo apenas con ocho años y medio y mi hermano en su adolescencia de trece, pues eso de los scouts no nos sonaba así de a mucho, tenían fama de ñoños, no sabíamos qué era, pero no nos gustaba, no lo queríamos. Pero igual, berrinche y todo, ahí terminamos metidos. 

Cuando finalizó la reunión al medio día y regresamos a la casa, mi mamá nos preguntó cómo nos había ido. No me acuerdo de qué fue lo que hicimos esa reunión, más allá de que nos dijeron que de ahora en adelante éramos "lobeznos" y que para llegar a ser "Lobatos" teníamos que cumplir unas pruebas contenidas en la "Cartilla para Lobatos" que nos entregaron también. Ah y me acuerdo que también le comenté a mi mamá que esas personas tenían unos nombres todos raros, que una era Akela (Claudia), que otra era Kaa (Cecilia de Hernández), que otro era Baloo (Roberto Roldán), también había un Hathi (Ricardo, el que en realidad era el Jefe de Tropa) y que otra (Gloria) era "mamarracha". Claro, mi mamá dijo que era imposible que a alguien le dijeran mamarracha, que eso no podía ser y yo que sí, que así nos tocaba decirle y bueno, efectivamente después se aclaró que se trataba de Mamá Raksha, todos estos nombres derivados de la selva del Seeonee del Libro de las Tierras Vírgenes de Rudyard Kipling.

Muchas cosas para contar, saltaré en muchos años, porque nada es lineal… como no lo fue nunca mi recorrido scout.